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"Alejandro". Alex lleva pensando en su nombre por más de tres días. Es el quinto fin de semana que Lukas se encuentra ahí. Lo ha estado evitando por todo ese tiempo, por razones que no logra entender y ni siquiera se tomó el tiempo de meditar. ¿Es porque lo odia? ¿Porque hay cierto tipo de tensión? ¿Porque lo considera su amigo? ¿Tal vez es que comienza a sacarlo más de quicio de lo normal? O... tal vez, ¿lo pone nervioso? Pues, se crea o no, no hay muchas respuestas a esas preguntas. Parecen sencillas, y lo son, es un sí o un no en casa una de ellas.

     Como sea, su instinto lo llevó a escabullirse por el edificio y las calles con la especial intención de no ver a Lukas ni frecuentrarlo. Hasta casi se topan en el bus, pero prefirió salir corriendo antes que hacerlo.

     Ese sábado, Alex se despertó con una actitud renovada. Se dijo a sí mismo que enfrentaría cara a cara la causa de sus desvelos y la preocupación en su pecho, que parece quitarle aire casa vez que se concentra en ella y en su cabeza no hay nada más. No obstante, importando poco su actitud, en cuanto escuchó el timbre se encerró en su habitación y no ha salido de ella desde entonces. De repente oye a su madre ofrecer un vaso de agua, a Gianna quejándose en voz alta con su chillona voz, hasta se la imagina lloriqueando encima del brazo de Lukas y zarandeándolo de lado a lado.

     Oh... Hay algo que no le agrada en esa idea.

     De inmediato, impulsado por la idea de su hermana, Lukas se pone sus zapatos, y asoma la cabeza por un pequeño espacio que abre en su puerta. La sorpresa lo invade, pues Gianna solamente se encuentra concentrada en su pequeño block marquilla, repasando una y otra vez unos cuadrados que no se ven bien desde su lugar. A sus ojos, Gianna está haciendo lo que debe hacer; sin embargo, algo en él simplemente se siente incómodo en cuanto mira a Lukas prestarle atención a las fotos colocadas en toda la orilla de la pared del comedor.

     Alejandro, muy de por sí, le tiene repulsión a casa una de las imágenes de su casa. Fotos, fotos y más fotos que muestran vergüenzas y situaciones que son terribles de revivir. Que los demás miren las fotos, realmente no solía molestarle. Pero con Lukas, no es la misma situación, ni circunstancias.

     —¡Ah! —suspira Gianna, cerrando su libreta y guardando sus lápices. Ella deja caer la mano en el hombro de Lukas, sorprendiéndolo, aunque después le dedica una sonrisa—. Bueno, fue un día productivo. Fue divertido.

     —Me alegra.

     —Sí... Lukas, no hablas mucho, ¿verdad? ¿Es por alguna razón en especial? O es que le temes a Alex, porque él siempre dice que hablo mucho y bla, bla, bla.

     —Por nada, realmente.

     —Wow. —Gianna se pone de pie, recogiendo sus cosas—. Eso de las tres palabras fue literal, ¿eh? Como sea, tengo que ir a arreglarme. Gracias por venir hoy, espero que sí esté mejorando.

     —Vas bien.

     —Perfecto. ¡Ma! ¡Ya terminó la clase!

     —Dile a Lukas que aguarde ahí, ¡quiero darle algunas cosas!

     La señora Daza ha estado practicando la cocina, más que nada porque su talento innato está algo deteriorado desde que el señor Daza se dedica a imitar comidas que aparecen en la televisión entre semana, cuando el trabajo le permite llegar temprano. Claro, el hecho de tener a Lukas en casa cada fin de semana le ha permitido darse el lujo de hacer comida de más, solamente para ofrecerla y compartirla.

     Aunque odiaba cocinar, ahora que no tiene más que hacer, le resulta un completo pasatiempo.

     —Ya la oíste. —Suelta Gianna, alzando las cejas—. De seguro en tu casa ya se hartaron de tantos postres.

Cripta de amor Where stories live. Discover now