【5】

204 41 162
                                    

Lukas mira el techo, y aunque intenta estudiarlo como a todo lo que le posa sus ojos, este deseo se ve imposibilitado por un pensamiento que nubla su mente y lo deja bloqueado del escape en su imaginación que suele tener; piensa en Alex, en él y en las cosas que constantemente dice. No sabe si tomárselas como siempre lo hizo, como la forma de Alejandro de trasmitir las palabras que nunca puede decir, la manera de expresarse por miedo, de evadirlo por las situaciones en las que se vieron involucrarlos.

     Cuando enfrentas las cosas por las que te has escondido los últimos años, ¿qué se supone que sigue después de eso? ¿Debería cuestionarse sus propias acciones y dudar de cada paso que da? En vez de pretender olvidar la gran bola que cayó en picada por una colina de sentimientos, ¿tiene que desenterrar la verdad de la tersa y fría nieve? Si Lukas se la pasa todos los días preguntándose por qué Alex lo odia tanto, ¿no debería, al menos, quitarse la venda de los ojos? Dejar de pretender que no lo sabe, y comenzar a arreglar el problema de raíz.

     Pero Alejandro... Quisiera comprenderlo más a fondo, descifrar sus ojos cerrados con candados. ¿Qué es lo que espera él? Lukas quiere dar el primer paso, con pie firme, con una actitud fuerte y un rostro serio y terrorífico; le interesa poco si Alex tarda en aceptar lo que sucede en un cien por ciento, si la espera es larga, si el tipo ese de cabello castaño corto y piel oliva,  no está tan seguro de querer reiniciar su relación pero tiene una duda diminuta; a Lukas no le interesa. Lo único que pide es la más diminuta señal para levantarse de su lugar, y buscarlo, buscarlo aunque Alex lo aleje, y le diga cosas como "Me caes mal" o lo que sea.

     «Debería ir a molestarlo un poco». No guarda rencor, ni siquiera después de que le hayan cerrado la puerta en su nariz tres veces, o después de que, así nada más, Alex dijera fuerte y claro "Veo en ti alguien insoportable". Lukas no pierde más tiempo, levantándose de su cama, un domingo bien desperdiciado si se trata de ser rechazado por enésima vez, se coloca una camisa de tirantes que halla en uno de sus cajones, y sus tenis, unos tenis viejos y negros que están a nada de romperse. Se mira un segundo en el espejo, no está del todo de acuerdo con su apariencia; no obstante, comienza a interesarle poco cómo se ve, así que camina por su habitación, hasta salir de ella y tantear la cantidad de gente despierta por esa hora. Como no escucha a nadie, su travesía continúa. Lukas sale de su casa pensando en qué excusa usaría para hablar con Alex, ¿tal vez la de estar aburrido? ¿Qué tal la de Tob diciéndole que tiene que socializar? ¿La de lavar ropa?

     La cosa es que a Lukas ni siquiera le da el tiempo suficiente para llegar a una conclusión, pues en cuanto dobla la esquina de las escaleras, una espalda reconocida lo hace detenerse. Alex está sentado ahí, mirando hacia el frente donde la escalera termina para entrar al largo pasillo del piso de abajo, en modo de espera y sin decir una sola palabra.

     Dudando de sus acciones, Lukas camina un poco hasta estar en el mismo escalón que el castaño. Se sienta a su lado, juntando ambas manos como si pensara, aunque lo cierto es que está, más que nada, perdido en la luna.

     —Gracioso.

     —¿Qué es gracioso? —pregunta Alex, con el claro y mismo tono de siempre.

     —Estás aquí sentado.

     —¿En serio? —Las cejas de Alejandro se alzan con cinismo. Lukas, quien observa fijamente el perfil del chico, sonríe un poco al notar ese gesto propio de él—. No me digas, no me había dado cuenta. Estuve demasiado ocupado sintiendo el dolor en mi trasero porque llevo aquí media hora.

     —Ah.

     Cortas respuestas es igual a hacer enojar Alex. ¿Lukas no se merece un poco de esas palabras rudas? Si hace cosas a propósito porque sabe que lo van a sacar de quicio.

Cripta de amor Where stories live. Discover now