Nicolas Flamel

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Dumbledore había convencido a Bella y a Harry de que no buscaran otra vez el espejo de Oesed, y durante el resto de las vacaciones de Navidad la capa invisible permaneció doblada en el fondo del baúl de Harry. Bella deseaba poder olvidar lo que había visto en el espejo, pero no pudo. Comenzó a tener pesadillas. Una y otra vez, soñaba que sus padres desaparecían en un rayo de luz verde, mientras una voz aguda se reía.

—¿Se dan cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo los puede volver locos —dijo Ron, cuando Bella y Harry compartían anécdotas sobre sus sueños mientras comían en el Gran Comedor.

—Oh, —dijo Hermione, que había vuelto el día anterior al comienzo de clases —, estoy dividida entre el horror de la idea de Bella y Harry vagando por el colegio tres noches seguidas ¡Si Filch los hubiera atrapado! —suspiró—. Son unos irresponsables, y estoy desilusionada porque finalmente no hemos descubierto quién es Nicolas Flamel.

—Bella —dijo alguien detrás de Bella.

Los cuatro se quedaron en silencio.

—¿Si? —dijo Bella girándose— Ah, Draco, hola —le sonrió.

—¿Qué tienes? No te ves bien —comentó observando las ojeras que Bella tenía bajo los ojos.

—No es nada —bajó la mirada—. Gracias por los regalos que me diste — Harry, Hermione y Ron, al oír eso, compartieron miradas de concusión—, yo no pude darte nada porque no me esperaba eso de ti, además, las lechuzas no podían volar hasta...

—No hacía falta que me dieras nada —interrumpió Malfoy, negando con las manos—. Solo quise tener un gesto contigo.

—Aun así, gracias, otra vez —dijo Bella, sintiéndose muy apenada con él.

Malfoy, como si no hubiese visto a ninguno de los otros, se dio vuelta y se fue. Al parecer, estaba de tan buen humor que lo último que quería era estropearlo peleando con Harry y con Ron.

—¿Qué te dio Malfoy? —preguntó Harry enseguida.

Bella se giró y volvió a mirar su plato.

—Golosinas, un par de osos, un diario mágico y otras cosas —dijo, tomando el tenedor para comenzar a jugar con la comida.

—¿Eso también? —preguntó Harry, mirando el brazalete tejido que llevaba desde navidad.

—Eh, ¿esto? —lo apuntó, tapándoselo con su mano—. No, esto fue uno de los regalos que recibí, pero no es de Malfoy.

Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Bella estaba segura de haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Harry tenía menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.

Wood los hacía trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo. Los Weasley se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático, pero Harry estaba de acuerdo con Wood. Si ganaban el próximo partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años. Además de que deseaba ganar, Harry le dijo a Bella que descubrió que tenía menos pesadillas cuando estaba cansado por el ejercicio.

Entonces, durante un entrenamiento en un día especialmente húmedo y lleno de barro donde Bella acompañó a Harry mientras seguía leyendo para averiguar quién era Nicolas Flamel, Wood les dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.

Bella Price y La Piedra Filosofal©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz