—Te encanta provocarme, ¿no?— murmuró, respirando con dificultad. 

—Lo adoro, Freddie— sonreí dándole una mirada felina a través del espejo, mientras que su mano en mi cadera iba directamente a mi muslo. 

Gracias a nuestro reflejo, pude observar cómo su mano se acercaba a mi zona íntima y rápidamente se metía dentro de mi ropa interior. Su único toque me hizo jadear y anhelarlo. 

Me dio una caricia lenta y completa, acariciando mi coño, y luego comenzó a dibujar círculos en mi clítoris mientras con su otra mano agarraba mi cuello a la vez que dejaba un camino de besos y chupetones en él. 

—Ya estás mojada, cariño. Qué desesperada por mí...

—Freddie...

—¿Mmmh?— sus besos me quemaban y sus caricias me volvían loca. 

Una de mis manos estaba en su brazo y la otra, en su cabello, tratando de sostenerme y no derretirme allí mismo.

—Fóllame.

Se rió entre dientes con esa voz ronca que me hacía temblar y llevó ambas manos al comienzo de mi camisa, para desabotonarla tan rápido como lo hizo con la suya. 

—Oh, cariño, he querido follarte con esta falda desde el primer momento en el que te vi usándola en esa azotea, no voy a perder la oportunidad de hacerlo ahora.

Tras quitarme la camisa y la corbata, me quitó el sujetador y sus manos fueron directamente a mis pechos, para ahuecarlos y apretujarlos mientras continuaba con sus besos lentos. 

—Me tomó todo el autocontrol del mundo para no follarte duro esa noche allí mismo.

—Joder, Fred.—  No pude evitar gemir suavemente y girarme para directamente, atrapar sus labios y derretirme en un beso salvaje y apasionado.

Seguidamente, llevé mis manos a sus pantalones para desabrocharlos porque no podía contenerme más, y los bajé junto con sus bóxers sin pensarlo dos veces. 
Estaba a punto de bajarme la falda también, pero me detuvo.

—Ah-ah— negó con la cabeza juguetonamente, mirándome a través del espejo nuevamente, tomando sus manos debajo de él para agarrar mi ropa interior y dejarla.  Me levantó la falda y me hizo inclinarme un poco contra la madera de mi tocador. 

Observé como acariciaba mis caderas y la parte interna de mis muslos, mordiéndose el labio mientras sonreía, admirando mi cuerpo. Agarró su polla y la restregó desde mi entrada hasta mi clítoris, haciéndome contener un gemido. 

—Estás casi goteando, Lilith...— Fred gimió, burlándose con orgullo. 

—Deja de babear y fóllame ya ¿o tengo que hacerlo yo misma?— Me burlé haciendo que levantara los ojos para hacer contacto visual directo conmigo y me sonriera.

—No olvides quién tiene el control aquí— tentó riendo y  colocando su punta en mi entrada.  Mi cuerpo gritó en silencio con anticipación, deseándolo dentro. —Quiero que mantengas tus ojos en el espejo, cariño. Quiero que mires cómo te follo para que no olvides quién te convierte en este pequeño y lindo desastre que eres, ¿entendido?

Quería protestar pero la autoridad en su voz me excitaba tanto que terminé asintiendo, todavía sonriendo. 

Agarró mis caderas y se empujó dentro de mí con solo un fuerte empujón, haciéndonos gemir al mismo tiempo.  Se detuvo para que me acostumbrara a su tamaño y se movió lentamente, con los ojos fijos allí donde nuestros cuerpos se conectaban. 

—Joder, Lilith- se siente tan jodidamente bien...— susurró Fred, respirando profundamente. Me penetró más profundamente, todavía de forma lenta para que pudiéramos sentirnos el uno al otro por completo.  Maldita sea, realmente lo había extrañado. —Extrañaba tanto esto.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora