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LA MALDICIÓN FAMILIAR
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Esa mañana era mi segunda clase con Ojoloco, y sinceramente, tenía mucho miedo de que fuese incluso peor que la anterior. Estaba bastante claro que no le agradaba a Moody, pero después de lo que había hablado sobre mis padres, el sentimiento era mutuo.

Cuando llegué a la puerta de la clase, ignoré a los ansiosos Gryffindors y a los silenciosos Slytherins y solo esperé, apoyada contra una de las ventanas del pasillo. De repente, la puerta se abrió mágicamente tal y como había sucedido la vez anterior y la atravesé para tomar uno de los asientos en la parte de atrás antes de que Weasley o cualquier otro león pudiera decirme la primera tontería del día.

Moody hizo su entrada usando su bastón para sostener su cuerpo cansado e hizo una especie de escáner con su ojo falso por toda la habitación pero, a diferencia de la vez anterior, no volvió a preguntar nuestros nombres. Apuesto a que después de la última clase ya sabía muy bien quiénes éramos.

Sus ojos se enfocaron en mí durante unos segundos y parecía que casi había sonreído.

— Hoy vamos a continuar con el tema de la última clase — anunció.

— Tiene que estar bromeando — me quejé en un susurro.

— Pero esta vez, la clase será practica.

Un montón de murmullos comenzaron a llenar la habitación.

— ¿Eso no es ilegal? — Preguntó George Weasley.

— No si lo hacemos con fines académicos — respondió Ojoloco, poniéndose de pie y usando la magia para poner los escritorios contra la pared para que hubiese más espacio en la habitación.

— Ahora, hacer dos grupos. Slytherins en este lado, Gryffindors en el otro.

Hicimos lo que dijo, los Gryffindors con una clara expresión de duda en sus rostros, y nosotros, tratando de permanecer lo más cerca posible los unos de los otros. Moody se colocó junto a los Gryffindors.

— Ahora, ¿quién recuerda la primera maldición de la que hablamos? — preguntó.

— El Imperio — respondió una chica detrás de mí en un pequeño murmullo.

Sin mirarme, Moody apuntó su bastón en mi dirección. — Bien, para mantener las tradiciones familiares, Arambella, aquí.

Oh, por el amor de Dios.

Con toda mi fuerza de voluntad, di dos pasos hacia adelante, así que ahora estaba en el medio del círculo.

Miré al grupo de Gryffindor y todos estaban con sus ojos en mí y con caras que reflejaban el interés por la situación.

— Arambella, maldíceme.

¡¿Qué?!

Sentí que mis hombros perdían la tensión por la sorpresa que me dieron sus palabras.

— ¿Perdone? — pregunté, esperando que lo que acababa de decir se tratarán solo de alucinaciones mias o de una especie de broma.

Algunas personas contuvieron la respiración y otras jadearon levemente.

— Maldíceme con el Imperio.

Esto no podía ser cierto... Sabía exactamente que lo único que estaba logrando con esto era hacer creer a todos que, después de todo, yo era igual que mi madre.

Entrecerré los ojos e hice un gesto de desprecio con los labios.

— No — me negué con frialdad. — No. No. No haré esto

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora