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Nº 12 DE GRIMMAULD PLACE
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Snape y yo llegamos a la Casa de los Black dos horas más tarde tras un largo viaje en escoba ya que mi tío había considerado que era mejor no dejar que el Ministerio supiera la ubicación del Cuartel, por seguridad.

Estar de regreso en Londres después de todo lo que había pasado se sentía extraño, la ciudad no había cambiado ni un poco, pero parecía que nada era igual ni lo sería.

Una vez que entramos en la casa, nos recibió un largo pasillo y el murmullo de algunas voces que se oían desde el interior de las habitaciones. Además de que podía oír mi corazón golpeando fuertemente contra mi pecho.

Literalmente me estaba aventurando en la guarida de los leones.

Sin intercambiar una palabra, Snape caminó frente a mí, indicándome silenciosamente que lo siguiera. Mientras caminábamos, le di una pequeña ojeada a los retratos colgados y uno en especial, que estaba tapado, llamó mi atención, pero cuando sentí a Snape agarrando la manga de mi chaqueta de cuero y tirando de ella para que siquiera caminando, volví a mirar al pasillo.

Finalmente llegamos a la cocina y no pude evitar mantener la mirada fija en el suelo. La situación me daba tal vergüenza que ni siquiera me veía capaz de levantar los ojos y, honestamente, mis botas me parecían muy interesantes en ese momento.

— Aquí está — Snape habló por primera vez.

Me animé a dar una mirada discreta a la habitación y encontré todas los ojos posados en mí, cosa que me obligó a no volver a bajar mi mirada.

La mesa del comedor era enorme y estaba casi ocupada. Reconocí a Ronald, Ginevra y a los gemelos Weasley, acompañados de su amiga incondicional Granger.

Supuse que el señor pelirrojo que parecía muy agradable pero que estaba en su propio mundo era su padre y la señora que estaba cocinando aún con sus ojos en mí, aunque no muy amables, era su madre, Molly Weasley, de soltera Prewett. Mierda.

Como cabecera de la mesa, vi a un hombre que parecía tener alrededor de 40 años, con cabello castaño, largo y rizado; ojos penetrantes que me analizaban con una mirada indescifrable y muy bien vestido.
Apuesto a que es Sirius Black.

— Bienvenida, Lilith. Te estábamos esperando — Remus Lupin habló con su amable sonrisa habitual, sentado junto a quien yo suponía que era Black.

— Hola, profesor — le sonreí devuelta sabiendo que era la única persona de esa casa que me hacía sentir cómoda.
Enfrente de él había una bruja con cabello morado y ojos azules que me miraba curiosamente y de manera amable al mismo tiempo.

— ¿Es tu sobrina? — el señor del pelo rizado hablo sin apartar la mirada de mí. — No se parece nada a ti.

— Suerte la mía — susurre en voz baja ganándome una mala mirada de Snape. Oops quizás no fue tan baja.

— Lo que sea — dijo Snape cambiando de tema — ya he hecho todo lo que tenía que hacer aquí, así que tengo que volver a Hogwarts por si el profesor Dumbledore requiere de mi presencia. ¿Lupin, puedo estar seguro de que tendrás un ojo en Lilith?

— Por supuesto, Dumbledore siempre es tu prioridad — dije sin poder controlarme rodando mis ojos y cruzando mis brazos. — Y ya te lo he dicho, no deberías molestar al profesor Lupin, no soy su responsabilidad y además, puedo cuidarme por mí misma.

— No, no puedes. Ahora cállate — respondió Snape en un murmullo.

— No eres una molestia Lilith — intervino Lupin. — Sé que eres una bruja muy capaz como para cuidarte a ti misma, pero estoy seguro de que estarás más segura aquí y no me importa cuidar de ti.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora