—No voy a hacer eso, Fred. Solo tomaré un cigarro y me relajaré. Todos actúan como si fuera a explotar o algo así, estoy bien, ¡lo prometo!

—Ajá, y yo soy pelirrojo teñido— ironizó, haciéndome resoplar con una risita.

—Mañana verás que estoy bien, Hermione solo exageró un poco, eso es todo.

✵ ✵ ✵

Me desperté esa mañana con las mejillas llenas de mis propias lágrimas. Como en todos sus cumpleaños, había soñado con el día en que me abandonó; con sus ojos verdes, iguales a los míos, mirándome con frialdad y lástima al mismo tiempo, cerrando la puerta detrás de él, dejándome sola en la casa de Arambella mientras se suponía que él me cuidaba ya que mamá trabajaba en el laboratorio.

Madre dijo que nos dejó porque tenía la esperanza de que yo no poseyera magia como él, ya no podía lidiar con dos brujas al mismo tiempo y la cantidad de magia y caos que eso conllevaría.

Nunca supe si eso era cierto o no, pero el abandono fue lo que llevó a mi madre a acercarse más a las ideas de El-que-no-debe-ser-nombrado y a renunciar a su trabajo como una reconocida investigadora de pociones y convertirse en una de las más importantes Mortífagos.

Tenía solo dos años cuando perdí a mi padre, y solo un año después, perdí a mi madre.

Desde que tengo memoria, siempre me he culpado por ello y he anhelado ese amor paterno que sabía que nunca tendría. Mi madre solía decirme que me parecía a él. Con su voz ronca a través de las celdas de Azkaban, rodeadas de esa niebla gris, atrapaba mis pequeñas muñecas para arrastrarme más cerca de ella, escudriñaba mi rostro y luego, escupía a mi lado; eres como tu padre, Lili.

Levantándome de mi cama con la voz de Circe en mi cabeza, tomé uno de mis casetes y lo dejé sonar mientras agarraba la hierba que Fred me había dado anoche. No iba a salir de mi habitación en un buen rato.

Me acosté en mi cama de nuevo y la primera bocanada se sintió como la gloria.

El resto de los hombres en mi vida siempre siguieron el camino de Ares, después de todo, nunca se preocuparon por mí lo suficiente como para quedarse.

No recuerdo las horas que pasé sola después de que él se fuera hasta que llegó Circe del trabajo y supo lo que había sucedido, pero sí recuerdo cuánto lloré esa noche cuando vi a mi madre devastada, gritando su nombre al aire, destrozando todos sus retratos y sus objetos... Tampoco olvido la forma en la que se me acercó esa noche y me abrazó con el tono más lúgubre y mortalmente dulce; somos tú y yo ahora, Lili. Obtendremos nuestra venganza, lo prometo.

Esas palabras me perseguirán por el resto de mi vida.

Otra bocanada.

—Lilith— escuché a Draco llamarme desde el otro lado de la puerta, con voz cautelosa.

—Déjame en paz, Draco— dije inexpresiva, mientras me llevaba el porro a los labios de nuevo y sentía que mi cuerpo se hundía más en mi cama.

No importa cuántos años pasaran, siempre tendría ese vago recuerdo del sonido de su voz, su toque, su frivolidad, su mirada de serpiente. Para ser muggle, podría haber sido un mago intimidante.

Un pequeño bufido salió de mi boca cuando me di cuenta de que ni siquiera sabía si estaba vivo o muerto, o si se había casado de nuevo con una linda chica muggle, o si tenía hijos normales y muggles a los que no había abandonado, o si él, alguna vez, había pensado en mí o incluso se había sentido arrepentido y había tratado de regresar.
Nunca lo sabré porque si sobrevivo a esta guerra, borraré de mi memoria todo lo relacionado con Ares Arambella.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Where stories live. Discover now