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Hola,

Cuando te vas te extraño, cuando no te veo me dueles.

Me gustas, en fin, sólo eso quería decirte.

Siempre tuya, Romina.

Eso decía la carta que me escribió la Romi, y la escondí bajo mi almohada para soñar bonito.

Desde que me dijo eso, me dieron más ganas de verla.

La última semana de mi castigo se me hizo infinita.

Ya estaba un poco aburrida de tanto castigo y tampoco es que lo encontrara tan justo. Si al final, igual la Nieves quería pegarme, yo era la víctima y cuando me quejé con mi mamá de eso, ella se lo tomó como bien, me dijo:

—También lo sé. La Manu me contó, pero tampoco estuvo bien lo que hiciste, tendrías que haberme dicho a mí o a alguien más grande que te cuide, siempre hay alguien que cuida, usted no puede solo ir y andar pegando a lo bruto.

Tampoco debatí, aunque el consejo me lo había dado el abuelo y como es más viejo no dudé mucho.

Me quedé callada, total, igual fue como bueno. Pensé que ya no conversaríamos más, en eso ella soltó:

—No estoy enojada, Fafa, sólo me preocupa. —Me miró por sobre el cristal de sus lentes—. ¿Estás segura de no querer volver a tu colegio anterior? ¿Eres feliz?

—No todavía. —Le dije, porque también creía que esto de la Nieves y la Franni no podía ser tan infinito, y quizás, ya habían aprendido la lección.

—¿Estás segura?

—Sí, el diálogo siempre gana—dije y me sentí de oro, como la Manu me dice.

Mi mamá me miró orgullosa.

—Vas a estar bien.

Sin importar si las cosas se ponían peor, me daba tranquilidad pensar que siempre tendría al Andy y mi mamá.

Es bonito sentirse querido, aunque la idea de cambiarme de colegio me daba pena, porque no me imaginaba a la Romi sola siendo molestada por la Franni y la Nieves. No me gustó mucho, porque no era justo.

Pensando en esto me decidí a responderle su carta. Le escribí:

Hola, Romi

Te escribo para preguntarte si estás bien, o sea sí, pero no, porque me enredo, quiero decirte muchas cosas más, otras cosas, pero siempre me olvido de contarte, de decirte lo que quiero decirte porque me distraigo contigo.

También me gustas.

Siempre tuya, Fátima.

Me dio vergüenza escribir tan mal, pero igual practicando se aprende.

De todas maneras, y aunque lo dudé, al día siguiente, le di la carta a la Valeria para que hiciera de cupido.

Porqué las ranas son como sonWhere stories live. Discover now