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No me gusta apurarme, pero como la Romi me invitó al cine, pues quise preguntarle a mi hermana si sabía un poco más que yo de estar enamorada.

—Manu, ¿Cómo supiste que te gustaba el Rodo? —Le pregunté haciéndome la tonta, porque me daba vergüenza que preguntara demás, pero no preguntó.

—¿Te gusta alguien, piojito? —Me molestó la Daisy.

—Déjala. —Me defendió la Manu, pero yo ya estaba roja.

—¿Quién te gusta, piojito? —insistió la Daisy.

Me carga a veces la Daisy, porque es chismosa, pero como es la mejor amiga de mi hermana, siempre debemos andar medio juntas.

Igual no siempre es pesada, y a veces me ayuda más que la Manu, porque mi hermana le gusta lucir más seria y la Daisy es de risa fácil, así dice la gente, pero igual me pone nerviosa cuando me pregunta cosas; es que casi siempre no sé.

—Cuenta...—Siguió molestando la Daisy —. ¿Es un niño? Del colegio de al lado, ¿cierto?

—No, si no es. —Me defendí, pero luego pensé que mentir era una buena manera de confundir a la Daisy para que no me molestara—. Sí, me gusta un chico del colegio de al lado, pero no sé ni cómo se llama.

Si hubiera tenido más tiempo le ponía Fernando, pero como no tuve tanto tiempo, mi mentira no sonó muy real y yo creo que causé dudas.

Pero si hubiera tenido tiempo...de verdad un poquito más de tiempo, no mucho, sólo un poquito, habría sido una muy buena historia, porque soy buena imaginando cosas.

Es un talento.

Como que con el rato hasta pude imaginar cómo era el Fernando, le puse ojos lindos como los de la Romi y lo hice amable para que se llevara bien con mi hermana.

Mientras caminábamos a casa, el Fernando en mi cabeza ya tenía toda una historia de vida, le gustaba leer en la biblioteca libros de terror y tenía una moneda con dos caras en el bolsillo. Para que sonara más real, también se le murió el papá, porque la gente real siempre tiene sus dramas y ni modo que la tuviera tan fácil.

—Tú estás muy chica para eso —dijo la Manu, se veía bien seria, supongo no le cayó bien el Fernando.

—Ay no le hagas caso a tu hermana, si la Manu se enamoró del Rodo como a tu edad, así que no tiene nada que opinar.

—¿Hermana, te gustaba el Rodo a los once? —Le pregunté media sorprendida, porque yo conocí al Rodo recién cuando la Manu cumplió quince, o sea, hace como un mes.

—Sí, pero una cosa es que te guste alguien y otra que sean novios, son cosas diferentes.

Asentí tomando nota, porque esto me importaba. No quería hacer las cosas mal ni con el Fernando, ni con la Romi.

—¿Y cómo le conociste, Fafa? —preguntó la Manu, como si ya me hubiese dado el visto bueno.

—Estábamos...—Inventarse tantas historias no es tan fácil, así que me copié la de la Melisa, porque a ella le gusta un niño del colegio de al lado—. Mirando la ventana de la entrada con la Melisa y entonces, pasó, me quedó mirando y se veía súper lindo.

—Ah, puras tonteras, Fafa —Mi hermana me miró seria, como enojada—. Así uno no sabe si te gusta alguien o no. Fafa, uno no sabe si no conoce a la persona bien, si te parece lindo tienes que hablarle, quizás te cae mal después o peor y es malo.

Y asentí, pero mi mentira se me hizo un poco terrible, me dio como ahogo, porque si yo conocía a la Romi y me caía bien, quizás sí me gustaba.

En cambio, el Fernando era de mentiras, entonces obvio no lo conocía y obvio que no me gustaba. Me hice un enredo.

El consejo de mi hermana me supo a nada, igual a como cuando me explica matemáticas y no ayuda porque se enoja conmigo y se va. Luego, yo la acuso con la mamá y después, ella va y finge que me enseña, pero no me enseña porque se está vengando por haberla acusado.

—¿Y si le conozco? ¿Tú te hiciste amigo del Rodo antes?

—Por supuesto.

—"Amigos". —Se burló la Daisy, pero yo no entendí de qué se reía.

—¿Y cómo supiste que no lo querías como amigo sino como tu novio?

—Mmm... —Mi hermana elevó la mirada pensativa—. Pues, al principio creí que quizás me estaba imaginando que me gustaba, pero un día me dio un beso y me sentí muy muy feliz y supongo, lo sabes.

Fue como el aire.

Me hubiese sido más útil hacer tareas con la Manu, que hablar de amor.

Igual me dio la idea de que quizás, si me atrevía a besar a la Romi, pues algo podía descubrir, pero a mí eso de los besos no sé, como que me da asco, así que sólo me quedé callada el resto del camino y seguí imaginándome la vida del Fernando que resulta tenía más dramas; y la mamá se quería casar otra vez, pero el nuevo papá no le caía tan bien porque era medio caído al litro y al final, le cortaron el pelo súper cortito, no entiendo bien el motivo.

Pensarlo, me dio una indignación.

Porqué las ranas son como sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora