Tal vez será el destino lo que hacía qué Nanami siempre se cruzara con un miembro de la Tokyo Manji.
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-¡Tokyo, Tokyo, Tokyo! -Canturreó Nanami mirando la ciudad desde la ventanilla del auto.
Su padre que venía conduciendo sólo sonrió de lado por el entusiasmo de su hija de 15 años.
-¡No puedo esperar por probar las crepas! -La joven unió sus manos completamente emocionada.
La mudanza había sido un largo proceso, pero finalmente estaban llegando a la ciudad, su padre había obtenido una buena oferta de trabajo, además que le ayudaba a despejarse de lo que había sucedido en su antigua escuela.
-¡Papá ahí hay un puesto! ¡Paremos! -Pidió Nanami poniendo sus mejores ojitos a su papá.
Dai soltó un suspiro pero asintió, ser padre soltero no es nada fácil.
-Bien bien...
-¡Yujuuu! -Exclamó abrazando a su padre desde el asiento de copiloto.
Dai sonrió mientras buscaba donde estacionarse y cumplirle el capricho a Nanami.
Mientras comían del postre, Nanami solo pensó que era bueno empezar de nuevo, cambiar de aires y no volverle a ver la cara al imbecil de su profesor de la secundaria.
-Bueno sin duda será un gran cambio. -Dai sonrió de lado sacudiendo el cabello de su hija.
-No hagas eso. -Se quejó la chica intentando acomodar de nuevo su corto cabello naranja.-Te encanta molestarme.
Él susodicho solo rio, aceptando qué adoraba fastidiar a su hija, y más cuando pensó que casi quedaba calva por haberse pintado en cabello en casa.
Su padre es un mangaka, que poco a poco estaba ganando fama con su historia de romance, y muchas veces su apariencia solía dar miedo, pero por dentro es un rol de canela, tal como sus historias.
Tenía un tatuaje de unas rosas recorriendo todo su brazo derecho, el cabello oscuro un poco más largo de los hombros y este hombre adoraba traerlo suelto.
Gracias a él, Nanami aprendió a cuidar de su cabello tan bien como él.
Al finalizar retomaron su camino hacia el departamento en el que estarían viviendo de ahora en adelante.
-Se que es pequeño, pero...-Dai soltó un suspiro al pequeño departamento qué había encontrado, pero por la zona era lo mejor que pudo encontrar y con tan poco tiempo.
-¿Bromeas? ¡Es perfecto! ¡Pido la habitación más grande! -Nanami corrió hacia ella ya visualizando como decoraria el lugar.
-¿Y qué hay de las cajas?
-Eres el hombre de la casa, puedes cargarlas tu sólito. -Gritó dejando su bolso en la habitación más grande.
-Ja, ja, ja. -Se río falsamente . -Ven a ayudarme mocosa, que casi todo es tuyo.
