XIV

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Sus dientes destrozando el alimento con disguto, sentía en su interior una culpa eterna, estaba condenada a sentir la culpa por meses o incluso años. Otra culpa mas agregada a su ser relacionado con la comida.

Esta vez no estamos hablando de mala relación con la comida, tal vez eso sea para otro día, el tema real es la culpa de matar animales para alimentarse.

El sabor de la carne le disgustaba, podía oir en su interior el desgarrador grito de los animales al ser asesinados y en su mente se proyectaban los felices que eran siendo libres con sus pares. Realmente odiaba a la sociedad, a su familia fan de la carne y a ella misma por no poder expresar su opinión sin sentir una presión en el pecho al ser juzgada por la mirada expectante del resto.

Evitaba la carne a toda costa, la hacía a un lado o directamente no la elegía en sus platos, siempre optaba secretamente por platos vegetarianos. Quería dejar la carne de a poco y disminuir su culpa. Pero claro, ¿cómo lo reemplazaría sin una dieta asignada? Siquiera tenía más de dos comidas completas por día y quería abandonar la carne sin nada que lo suplante.

Otra culpa.

Todo recaía en ella, tomaba malas decisiones y luego se sentía culpable pero estaba obligada a tomar esas decisiones para esconder la verdad, otra verdad escondida a las personas que la criaron en ese acogedor hogar. Ni ella se entendía.

Tragaba los trozos con un sabor amargo en su boca,  trataba de tapar el sabor horrible de la muerte del animal que se encontraba en su plato con salsas, quería tapar su impresión al ver algun trozo de carne cruda, lleno de sangre y anhelado por todos como si no fuese un animal en primer lugar.

Quería pedirles perdón a los animales que se consumían globalmente, era un hecho terrorífico pero las personas jamás tomarían conciencia aunque les muestren la cruda la realidad, podrían seguir viendo los vídeos con la sangre fría y pensando en algún plato de comida.

Perdón.

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