VIII

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Ella pensaba que nadie debía quererla, que no merecía cariño ni ser visible para los demás. Siquiera merecía estar viva y ocupar lugar en ese mundo junto a tantas personas que la querían al menos un poco

Porque eso es lo que le habían hecho sentir tantas veces, hace mucho tiempo atrás, que inconscientemente se volvió un pensamiento propio que ya no rechazaba.

Sólo quería que el resto sea feliz, que reciban amor y no sean invisibles. Quería algo bueno para aquellas personas que merecían un lugar en el mundo, no como ella.

Aún así, hasta le deseaba lo mejor a la persona que la arruinó y a la que la destruyó, les deseaba amor como si nada hubiese pasado hace unos pocos años.

Ya se había acostumbrado a ser invisible para todos por lo que no quería atención, sabía que no se la merecía ni en lo mínimo, podía vivir con el odio
y desprecio del resto como había hecho en el pasado. Podía soportarlo, estaba acostumbrada.

Hasta ella se despreciaba como ellos lo hacían cada mañana, todos los días, sin descanso.

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