Buenos Aires, 2016

2 0 0
                                    

Algo ocurrió luego de ese abrazo en mi departamento. Como si un muro que nos mantenía separados se hubiese derrumbado. Lo sentía tan cerca de mí. Tenía muchísimo miedo. No quería estar en una relación con el, había sufrido demasiado y ya había aprendido mi lección. Sabía que lo más sensato era cortar relación de raíz porque me conozco, Vicente siempre será el chico que me derrite por dentro. Pero no podía, no quería perderlo como amigo.

Para poder hacer eso, tuve que hacerme una promesa. No cruzar la línea. El problema era que él si que quería cruzarla, joder, el quería hacer desaparecer ésa línea.

Es mitad de semana, estoy en mi segundo módulo de fisiopstología. Lo último del día antes de ir a entrenar volei. Estoy increíblemente agotada. No creí que mantener el ritmo de entrenamiento y el estudio fuese tan pero tan difícil. Vez que tengo algún asiento cerca y más de diez minutos cierro los ojos para descansar.

Desperté de salto y las últimas dos chicas estaban saliendo de la sala de clases.

- Señorita Galáz, le perdono sólo porque es seleccionada. Pero para la próxima la haré salir de mi salón. - Me levanté del asiento y ordené todo como un rayo.

- Lo siento muchísimo doctor Ferrero. No volverá a ocurrir.

La clase había terminado hace veinte minutos, tenía el tiempo justo para llegar a la cancha. El entrenador de la universidad es muy exigente. No recibe bien los atrasos.

Crucé el campus con mis libros y cuadernos en las manos. Mi pelo castaño claro volando desordenado por el viento otoñal. Me cambié de ropa lo más rápido que pude aunque implicó unos cuantos golpes contra los casilleros del camarín. Ya estaban haciendo ejercicios de elongación.

- ¡Galáz. Una hora de trote. Vuelta y media por minuto. Si baja el ritmo parte de cero. Ya! - Estoy esperando que se ría para captar su broma, pero no lo hace.

- Eeh... es enser...

- ¿Tengo cara de bromas?

- No, señor.

Joder, llego quince minutos y ya quiero asesinarme, estoy recorriendo justo la vuelta y media por minuto, asique no puedo bajar el ritmo por ningún motivo.

Vicente cada vez que me mira se rie de mi. Ya pasó justo una hora, asique decidí detenerme.

- Que hace Galáz, ¿Quieres otra hora?

- Ya pasó una hora entrenador. - Verifica su reloj.

- Muy bien, la próxima vez que llegue tarde serán dos horas y dos vueltas por minuto. ¿Queda claro?

- Si, entrenador. Como el agua.

- Únase al resto del equipo. Estamos trabajando ataque y recepción. Parta en el grupo de ataque y va rotando.

- Voy.

Los dos primeros ataques fueron dignos de abucheos. Esto de estudiar y entrenar me tiene realmente muerta.

- ¿Que tal el cardio, Al? - Me pregunta secándose el sudor de la frente.

- Cállate, pesado. - Reímos.

- ¿Vamos después por una cervezas?

- Tendrás que llevarme arrastrando porque no tengo más energía.

- Perfecto.

Terminamos de entrenar y fuimos a los camarines. Salí y Vicente me estaba esperando fuera del camarín de chicas, con unos pantalones de chándal negros y una sudadera de la Universidad. El pelo aún mojado por la ducha, rozando la frente. Me mira y sonríe mientras sus ojos sin fin desaparecen.

Flotando Con Las Estrellas (We Had It, Almost)Where stories live. Discover now