―¿Qué...? ―Jungkook giró a verlo antes de meterse a su habitación―. ¿Hay algo mal con mi cuerpo?

Nada. Absolutamente, nada. Taehyung no era lo que se decía un joven promiscuo, pero, si le ponían al chico de sus sueños solo en ropa interior, entonces no podían culpar a su mente de trabajar sola e ir lejos. Sobre todo si el chico de sus sueños tenía unos bonitos abdominales, un cuerpo trabajado y silueta de bailarina. Era perfectamente armónico; y no era buen momento para ponerse de rodillas y suplicarle por besar como mínimo sus pies. Porque sí, Jungkook también tenía pies bonitos. ¿La vida no era injusta?

―¿Taehyung? ―llamó, sacándolo de sus pensamientos.

―Digamos... digamos que esta no es la clase de charla que se pueda tener en ropa interior ―explicó torpemente, volviendo a cubrir su rostro. Su corazón dio saltitos cuando Jungkook en respuesta rio, saliendo del salón.

Dios, Jungkook había reído. Probablemente, podía contar con los dedos de su mano las veces que lo había escuchado reír. ¿Cómo iba a convencerse a sí mismo de hacer lo correcto sabiendo que apagaría esa risa en el proceso? El destino era demasiado cruel para algunos. Para Jungkook, por elegir como novia a alguien incapaz de serle fiel. Y, para él, por estar en medio de ambos, queriendo lo que no podía tener.

Jungkook regresó un minuto más tarde con un pantalón de pijama y una camiseta ancha. Cargando un botiquín, volvió a tomar asiento junto a Taehyung, extendiendo su mano hacia él.

―Vamos, dame tu mano ―pidió el menor con gentileza.

Taehyung miró la mano del contrario, sintiéndose como cuando tenía 13 años y tomó por primera vez la mano de la chica que le gustaba. Había sido un desastre de nervios en ese entonces y no era muy diferente ahora, pero el apremio fue contenido al notar una cicatriz en la palma del más joven. Por su aspecto, podía deducir que se la había hecho hace bastante tiempo. ¿Tendría Jungkook más cicatrices como esa que él había pasado por alto? Pensando al respecto, Taehyung jamás lo había mirado con detenimiento; se había limitado a verlo con ojos de borrego a medio morir.

―¿Qué te pasó ahí? ―se atrevió a preguntar.

―Nada importante ―musitó, restándole importancia. Y, en vista de que Taehyung ignoró su petición, tomó la mano herida de este por su propia cuenta―. Me corté con un vidrio por accidente. De hecho, tengo una marca parecida en mi otra mano ―admitió, enseñando su mano izquierda fugazmente.

―¿Eso también fue un accidente?

―Lo fue ―respondió con calma, limpiando sus nudillos―. Caí sobre vidrios rotos cuando era niño. Como soporté el peso de la caída con mis manos, resultó de esta forma ―acarició sus magulladuras, viendo la mueca que se formaba en labios del mayor―. ¿Realmente duele tanto? No habrás perdido un dedo por un golpe, ¿no? ―bromeó, intentando animarlo.

―No, creo que siguen en su lugar ―sonrió con timidez―. Pero me siento como si hubiera golpeado una roca con la mano ―Jungkook volvió a reír―. ¿Dolió? ―continuó preguntando, obteniendo una mirada meditabunda del contrario―. Los cortes... debieron ser graves si dejaron cicatrices como esas. ¿Dolió mucho?

―No realmente ―sacó un sobre de banditas, poniéndolas con calma en los dedos del mayor. Jungkook siempre parecía tan inmutable, que Taehyung no sabía si era cierto que no había dolido o solo le había restado importancia―. Entonces, ¿qué es lo que viniste a decirme y que no puedo escuchar en ropa interior? ―preguntó, dándole una vistazo fugaz―. Debe ser algo serio si me pusiste por encima de tu mejor amigo.

―Le dejé un mensaje en su celular para que no se preocupara ―se excusó, provocando que Jungkook sonriera―. No sé por dónde empezar.

―No creo que haya nada tan terrible de escuchar. Puedes simplemente decirlo, ¿sabes? ―aseguró, soltando su mano tras terminar.

Hoy somos azul [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora