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❝No te quiero dejar ir, sé que no soy así de fuerte❞

   Hizo sonar su cuello, por quinta vez en las dos horas que llevaba trabajando

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   Hizo sonar su cuello, por quinta vez en las dos horas que llevaba trabajando.

La noche anterior, como todas aquellas que le siguieron a la visita del de barba, no fue para nada la mejor. Tampoco podía compararlas con las peores, pero la conversación con Greco estuvo azotando su mente cada vez que estaba a un paso de dejarse caer en el mundo de los sueños.

Aquellos imposibles, pero que aún así cada persona esperaba que pasaran.

Aunque quisiera, no podía culpar al inspector. Sabía que ella no tenía que ser su prioridad y que podía estar con la pelirroja. Pero aún así quemaba como los mil demonios que ella se haya permitido a sí misma abrirse a un compañero tan rápido y que él se lo pagara así.

Creía que, tal vez, Greco no la abandonaría cuando más le necesitase.

Enzo se quedó a su lado por unas cuantas horas, hasta que creyó que se había dormido y, a la mañana siguiente, el móvil de Blanca tenía unos tres mensajes del rubio preguntándole cómo había dormido bien.
Amablemente le respondió que no necesitaba nada y que le agradecía por preocuparse, para luego comenzar a prepararse para su día de trabajo que, lamentablemente, era muy extenso.

De todas formas, el hecho de que solo tuviera que hacer papeleo ese día se sentía como una suerte para la peliazul. No creía que su cuerpo soportase horas y horas de patrullaje al lado de un compañero que, probablemente no fuera de su agrado.

Habían pasado exactamente tres semanas desde la vez que se había dejado llevar por los recuerdos en el pier, y desde entonces ya no era la misma. Blanca creía que no le afectaría tanto estar lejos de alguien, pues ya vivía con la imagen de su amiga muerta en su cabeza, pero el hecho de que la otra persona estuviera viva lo hacía más difícil.

Parecía que no le importase arreglar las cosas. Y dolía saber que él ya no la necesitaba, cuando ella moría por volver a oírle decir su nombre.

Los papeles que yacían entre sus manos, los cuales pretendía leer, pasaron a un segundo plano cuando las voces en su radio se volvieron excesivamente ruidosas y molestas.
Extrañada, cogió el aparato, dejando el papeleo a un lado. Presionó el botón de comunicación y habló con voz autoritaria.

- Silencio en radio - todos obedecieron casi al instante, pues sabían que últimamente Blanca estaba de mal humor y que eso influía en su trabajo como jefa - Tarantino, cuéntame que está pasando - ordeno al nuevo hombre que había ingresado dos semanas antes.

- Pues que Greco ha salido de servicio sin avisar y no tenemos nadie que nos controle - explicó con su marcado acento. 

La mujer sintió la rabia dentro de su cuerpo incrementar, no solo por oír la falta de responsabilidad del de barba, sino por saber que su rendimiento había disminuido considerablemente y ya no se lo veía tan cómodo. ¿Sería su culpa?

𝑀𝑜𝑛𝑜𝑐ℎ𝑟𝑜𝑚𝑎𝑡𝑖𝑐 ~ 𝐺𝑟𝑒𝑐𝑜 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑔𝑢𝑒𝑧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora