Capítulo 8:

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El silencio reinó y la llegada de una tercera persona se hizo presente. Se involucraba precisamente a Fyodor y a Nakahara, en el mismo lugar, contemplándose a primera vista, analizaban sus cuerpos como si fuera el mismo reflejo. Dostoievsky, atento a los detalles llevaba la ventaja a su favor, conocía bien la mente humana. Podía engañar y manipular a las personas ¿la razón? simple: el demonio aprisiona al individuo dentro de una pequeña jaula, lo envuelve con sutileza y después, mucho tiempo después les llena el cerebro de demencia o dependencia a si mismo. El resto es un misterio. 

Mantuvo la calma, agudizo el oído y después, encorvó la espalda hacia delante, manteniendo así una distancia. El problema se hacía más grande a medida que pasaban los segundos. Esa misma sensación de peligro le hizo recorrer pequeñas descargas eléctricas, escalofríos. La furia que despedía su rostro era brutal, al grado de cerrar fuertemente los puños, a punto de encarnarse las uñas.

- Desgraciado..

Por su parte, Fyodor se limitaba a escuchar del rencor y odio de sus palabras, estaba en su derecho de hacerlo. Se ponía en sus zapatos, después de todo haría lo mismo si alguien hubiese interrumpido su momento de paz y reflexión interna. Sin querer obtuvo la respuesta que esperaba, ahora estaba siendo amenazado con un arma debajo de la barbilla.

-¿Usted y yo nos conocemos de alguna parte? me parece que si...

Estaba retándolo. Muy discreto, sin algún interés por su captor, habló en tono despectivo, así, con la ceja entre-alzada y los brazos detrás de su nuca. Dejaba ver la debilidad que Nakahara deseaba.

Sé quién demonios eres...

Un pequeño "uh" se escapó de sus labios. Estaba escéptico. Totalmente, pero esa sensación de placer iba y venía, las burlas que pronunciaba en su cabeza eran incesantes al igual que sus temblores por la ropa húmeda. 

Tenía la esperanza de que así fuera. 

Mantuvo su ceño fruncido, esperaba una reacción muy distinta a la que veía con sus propios ojos. Incluso se detuvo a pensar en ceder o simplemente negarse, el muy maldito seguía jodiéndolo con su aberrante risa de loco y lo único que podía hacer para callarlo era someterlo del cuello, apretarlo hasta el punto de provocarle una asfixia pero sin llevarlo a la muerte. 

Matarte suena fácil. Pero no hay una garantía para esto, no hay garantía de que tu mueras. Mucho menos de que te crea.

Una vez más, ejerció presión sobre la manzana de Adán. Privando su garganta del aire, además de su movilidad. Admiraba los retortijones que tenía por la falta de oxígeno en sus pulmones.

Es así...después de todo...tienes derecho a...saber la verdad. 

Descubre la verdad... ve por ti mismo, tal y como lo hizo él.

De repente y sin saber como, sus fuerzas se debilitaron y mientras sus brazos pesaban y caía tendido al suelo, de rodillas. Una apuñalada fue más que suficiente para hacerlo retroceder. Del hombro izquierdo brotaba sangre, mientras que de sus labios salía a intensos ataques de tos el sabor a metal, ese sabor impregnado en su garganta hacía complicada su supervivencia; Dostoievsky lo miraba desde arriba, estaba esperando una palabra pero solo escuchaba como se ahogaba en su propia sangre. Sin más interrupciones sobre su camino se dispuso a marchar en silencio, desaparecer entre las sombras del riel, no sin antes voltear a verlo, apenas de reojo como si no fuera más que un perro sucumbiendo a sus últimos suspiros.

Espero y pronto puedan reunirse. Hasta entonces, le deseo la mejor de las suertes.

 Nakahara-kun... es probable que volvamos a reencontrarnos. Tal vez no de la misma forma, ya sea a través del futuro, de nuestros próximos encuentros, de nuestras mismas acciones que determinen nuestro pasado y presente. No lo tomes personal, planeo liberar a cierto hombre, hacerlo libre de su propia destrucción, Nakahara-san. Así como tú no pudiste lograrlo con cierto hombre.

Hasta entonces, estaré esperando el día en que...

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También pueda liberarte de tu propio infierno...









And So It BeginsOnde histórias criam vida. Descubra agora