Capítulo 5:

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No tuvo ni la más mínima idea de como había llegado, lo único que sabía es que horas atrás se encontraba discretamente preguntando información. Alguno de esos hombres de gala debía darle una pista sobre el lugar exacto sobre donde se encontraba y lo más importante, en qué día. De una forma casi extraña había acabado en esa enorme fiesta de ricos, repleta de jarrones de mármol dorado y flores de Gardenia. Apestaba a desperdicios de dinero en absurdos caprichos, y no era una exageración; solo los adinerados llegaban al extremo de tratar a su personal poco menos que animales domésticos.

Lo siguiente que escuchó fue aquel dulce sonido del arco. El pequeño latir que dejó una parte de su cerebro pasmada  y esperar a ver el rostro de quien tocaba esa armoniosa y delicada melodía "hacía que le carcomieran los pensamientos"

Así que sin más remedio siguió escondido de cualquier mirada curiosa. Entró a hurtadillas por la puerta trasera, caminó unos cuantos pasos y se abrió bajo el telón que cubría la sala de cocineros ahora vacía. ¿No se suponía que en un evento de tal categoría los mismos servicios estarían al borde de colapso? pues debió no ser así; El salón donde se organizaría el dichoso baile parecía más un mar silencioso que algo como tal, y en compañía de la poca iluminación que se colaba entre el ventanal en su opinión era lúgubre y tan pobre a comparación de lo que le rodeaba.

Mientras divagaba por las diagonales se percató de una sola cosa. Que estaba yendo muy despacio. Se sujetó a la idea de ir cada vez más deprisa para no perder la enternecedora melodía y eso comenzaba a hacerse imposible, tanto que se obligó a si mismo a sacar a flote su desesperación. Pues con el simple hecho de dar vueltas sobre el mismo lugar ya le estaba haciendo perder la paciencia...

Fue entonces cuando escuchó el chirrido de una puerta entre-abierta a la esquina del último pasillo. Sin siquiera detenerse a pensar un poco, ni una pequeña gota de razón, mucho menos en su horroroso estado de resaca. Le era inútil detenerse a pensar, ¿Qué podía decir? era otro en cuanto tocaba el mango de la botella. Así mismo creyó que la imagen de la que fue testigo se trataba de una más de sus malas pasadas de ebrio, pero no lo fue, definitivamente alguien había organizado con meticulosa el ocurrido ya asesinato. La muerte de un hombre ridículo yaciendo sobre sus pesares, la grotesca naturaleza del mismo y el perdón de concepción. Necesitaba urgentemente una explicación, y claro debía ser rápida. A Sakunosuke no le agradaban las sorpresas que involucraban la violencia, irónicamente así lo creía. De entre todas las mentiras anteponía aquellas que sonaban mucho mejor, en algo más creíble para los extraños.

 "Su propia casa lucía como un desastre... supuso que el alcohol se le vendría encima, le quemaría la cabeza y provocaría sus molestias. No era tan estúpido, por supuesto tendría una opción B a sus problemas"





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