Capitulo 5.

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CAPITULO 5

Gabriel se despertó desorientada y con dolor de cabeza.

Miró a su alrededor reconociendo la habitación de Mikahil. Mierda. Había llorado delante de él.

Ahora él pensaría que era una llorona. Que vergüenza. Prometió que nunca más la vería llorar de nuevo, costase lo que costase.

Pero no tenia tiempo para lamentarse, necesitaba un baño urgentemente. Y por eso corrió a la estancia donde Mikahil se estaba bañando la noche anterior.

Gabriel no pudo evitar una sonrisa de satisfacción al contemplar la bañera. Y así se dio cuanta también de lo mucho que le apetecía darse un baño. Encontró un boquete en una pared de la bañera con dos dragones enfrentados, que al deslizarlos hacia abajo escupían agua por la boca.

Claramente por uno salía agua caliente y por otro fría. Gabriel siguió buscando por el baño algo parecido al retrete mientras pensaba de donde vendría el agua caliente. No creía que en esa casa (ni en ninguna otra, para ser justos) hubiese caldera para calentar agua.

Una vez aliviadas sus necesidades, y mientras la gran bañera seguía llenándose, encontró un cesto con lo que parecían aceites aromáticos, jabones, sales de baño … ¡Con lo que a ella le gustaban esas cosas!

Eligió una botella de aceite aromático al azar porque no había ningún olor que reconociese. Todos eran BOSQUE PROFUNDO, FLOR DE NACAR, LUZ DE FUEGO … y nombres más extraños.

Acercándose a la bañera con el cesto en las manos pensó en que eso era algo que le gustaba de la casa. Era coqueta. No lo podía negar. Ninguna bruja en realidad.

Vertió LUZ DE FUEGO en el agua. De la botella salió el aceite que en realidad, parecía realmente fuego liquido. Gabriel se inquinó sobre el borde de la bañera y vio como el agua se coloreaba con esa sustancia. Parecía que fuese a prenderse en llamas de un momento a otro.

Gabriel dio unos saltitos entusiasmada mientras se acercaba a los dragones para incorporarlos y que dejasen de escupir agua.

Con un suspiro de deleite, se metió en el agua. Siempre le había gustado que el agua estuviese casi quemando, así podía estar más tiempo en remojo.

Mientras canturreaba alguna cancioncilla inventada rebuscó en el cesto hasta dar con lo que parecía una esponja, verde y con forma de anémona. Se la acercó a la nariz y no pudo evitar reírse un poco. Olía a regaliz rojo.

Además no hacia falta echarle jabón. Al moverla, salía de su interior una sustancia parecida y que también olía a regaliz.

Tras enjabonarse bien todo el cuerpo, buscó un champú en el cesto, pero no encontró ninguno. En su lugar encontró bote con un producto llamado misfak. Al abrirlo y coger un poco entre los dedos, se dio cuenta de que su textura era parecida al suavizante.

Cogió un mechón pequeño de su pelo y lo aplicó allí. Masajeó suavemente con los dedos y vio que el efecto era el mismo que el de un champú, así que se echó por todos el pelo y frotó con ganas.

Tras haber jabonado todo su largo cabello lo aclaró y se depuso a salir de la bañera.

- Toalla … toalla - murmuró mirando todo el baño desde la bañera.

Pero no vio ninguna. Sin otro remedio, salió de la bañera chorreando agua y se puso a buscar por todo el baño. Miró en el mismo sitio donde había encontrado el cesto pero no encontró nada.

Registró todos los armarios de la estancia, pero nada. Y encima parecía que ahora alguien había cometido un asesinato en el baño porque todo el agua que Gabriel había tirado por el suelo era roja por culpa del aceite aromático.

El corazón de la brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora