—Buenas tardes señorita, su bebida de cortesía. —me entregó una malteada de mango. —¿Qué desea? —pregunto. 

—Ammmm. —pensé. —Una ensalada mixta, una orden de camarones al ajillo, una limonada, una rebanada de pastel de chocolate con fresas y una malteada de fresa. Por favor.

Ella anoto y asintió. No salí con nada para entretenerme. Así que mire por la ventana. El sol estaba ya casi en su punto final, ya estaba desapareciendo. Lo mire por minutos, mientras movía mis pies al ritmo de la música del restaurante. Se escuchó que entró alguien, todos saludaron, lo hice al igual que ellos. El regreso el saludó y reconocí la voz. Voltee rápido y estaba ahí con su típica forma de vestir y sus lentes también muy típicos. Lo mire fijamente, el camino y saludo con un beso en la mejilla a su madre. Sonreí por ese acto tan lindo y puro, como un niño. Él volteó y me miró. Baje la mirada muy rápido. Mire la ventana con nerviosismo. Minutos después sentí una presencia, me senté bien para comer. Cuando mire estaba Max con la comida que pedí.

—Aquí tiene. —dijo seriamente mientras dejaba los platos en la mesa.

Esto es nuevo para mí, Él nunca es serio.

No lo mire a los ojos, no podía. Solo asentí con un gracias muy bajito. Él se retiró. Comencé a comer la comida como siempre es exquisita. Cuando estaba a punto de iniciar con el pastel, un plato con el mismo postre que ahora iba a degustar, fue puesto en mi mesa, seguido a qué  el joven que busqué se sentó enfrente de mí, ignoraba mi mirada. Solo veía la ventana. Empezó a comer el pastel. Sonreí inconscientemente comí con él mientras que ninguno mencionó siquiera una sílaba. Acabe mi pastel y la malteada. Revise la cartera que llevaba y saque unos dólares dispuesta a irme.

—Aún no. —ordeno. —Por favor, aún no te vayas.

Guarde el dinero. Lo ví fijamente. Él sonrió nuevamente.

—¿Alguna vez te has embriagado? —me miraba con curiosidad mientras tenía la cuchara en sus labios.

—No, siempre me enseñaron un límite de alcohol.

—Sorprendente, a ser sinceros, yo tampoco.

Me sorprendí, él estudia en la universidad y sus amigos son bebedores de primera.

—Yo soy el que cuida a la gente que se embriaga así que yo no lo hago.

Solté una risita.

Comenzó la canción de hace un rato.

—Ouh la hermosa Paola, ella es tan romántica.

Asentí, no quiero sonar presumida, pero ya sé qué significa. Jejeje soy buena ahora.

—Ouh si.

Ambos nos miramos, aunque con palabras no dijimos nada, sabíamos que está canción era para el otro.

Nos miramos fijamente. Sonreímos tontamente.

—¿Quisieras beber conmigo esta noche? Llamaremos a tu amigo, ese alto para que nos cuide si nos pasamos de copas. Es que quiero que está primera vez solo sea compartida contigo. —suplico mientras tomaba mi mano por encima de la mesa.

Asentí tontamente.

—Si quiero, claro yo le hablaré a Jan.

Buena noche, me puse un vestido azul y salí. Vamos por esta bella cita.
Él se veía lindo.
Todos aceptaron a salir, no pusimos de acuerdo Jan me cuidará.

Primera ronda.

—Claro, a bailar

Segunda ronda

—¡Maldita sea Jan!

Tercera ronda

—¡Supongo que es su maldita culpa!

Cuarta ronda

—Solo un poco mareada.

Quinta ronda.

—Como que hace calor.

Sexta ronda.

—Para ser la primera ¡Me siento bien!

Séptima, octava, novena…. Vigésima primera ronda. 

—Ya es hora de irme a casa.

—Vamos, yo no estoy tan borracho. Solo me tomé doce en la décima, ya me sentía mal. —dijo Max, bueno mis ojos borrosos dicen que es el.

Jan y Max me llevaron a casa. No siento las piernas y me siento mareada. Creo que a duras penas puedo hablar, mi boca está cerrada. Veo todo borroso y solo siento las manos de Jan en mis hombros.

Cuando llegamos al hotel me dejaron, se abrió la puerta y sentí unas manos en mi cadera, después besos en mi cuello a los cuales reaccione con jadeos. Las caricias subieron mi temperatura. Sentí los besos más abajo de mi cuello. La mano estaba en mi cadera y la otra subía mi vestido. Los besos se sentían húmedos. Los toques a mis muslos sacaron gemidos y mi excitación subió demasiado. Me acerque y lo bese, pude ver a Max, no me importo, sinceramente no puedo razonar. Lo bese en la boca tan salvajemente que sentí que le rompería los labios, las lenguas no tardaron en dar una pelea, mis manos fueron torpemente a los botones de la camisa y sus manos al cierre de mi vestido. Nos dejamos fundir en las caricias y los besos, los jadeos y los gemidos. El alcohol reactiva los sentidos y yo los sentía.
























Holis

Si si si si ya se que casi un mes sin noticias de esto

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Si si si si ya se que casi un mes sin noticias de esto. Pero tengo una buena excusa, personal, pero si pudiera contarla se los aseguro que me perdonarían.

Tengan una linda noche.

❤️❤️❤️

❤️❤️❤️

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