—Gracias, creo que si me dejas no podré sobrevivir. Mi vida no era nada antes de ti. —le dije exagerando todo. —Te lo pido Diana Mendoza, no me dejes.

—Ay niña tonta suéltame, ya a un lado, loca dramática. —se movía para que la soltara.

Bese su mejilla innumerables veces.

—Ya loca. Suéltame. —grito.

Rei y la solté. Se escuchó una canción en la radio que no entendí. Ella sonrió y movió su mano a ritmo de la música.

—¿Qué dice la canción? —pregunte.

—¡Ay Ana! Tantos idiomas, italiano, francés, ruso, etcétera. No puede ser que si crecimos juntas no sepas español.

Negué con la cabeza.

—Papel y lápiz.

Escribió en un papel.

Nota: esta letra es de la canción "La esquinita" de Paola Decanini.

Ayer me desvele, por el recuerdo de tus lindos ojos.
Y te volví a extrañar en la esquinita dónde espere, el viento me golpeó con un suspiro todos tus encantos y así toda la noche se trató de ti.
Mi soledad y yo poco a poquito fuimos conversando, que volviera hacia ti te buscará y diera mi querer.
Me convencí te busque, con orgullo te encontré creyéndote mi salvación.
Ahora que estoy enfrente de ti, no queda más que decir, al escucharte no te reconocí. 
Que gran error volver para comprobar que ya no te quiero ni pensar, no tengo nada más que hablar.
Que gran desilusión, se hacen garras todos mis recuerdos, mis lágrimas hoy caen, haciendo un mar de nuestra realidad. Se ha muerto la ilusión y la fe
y de nuevo regrese a la esquinita donde te espere.
Ayer me desvele con el recuerdo dulce de tus ojos y te volví a extrañar en la esquinita donde te espere, el viento me golpeó con un suspiro todos tus encantos y así toda la noche, se trató de ti.

La escribió en inglés y en español para mí.

—Ahí la tienes, espero que cuando nos volvamos a ver sepas español. —me besó la cabeza y salió de mi habitación.

La leí y sonreí. Mis ojos se llenaron de lágrimas, la parte que dice "mis lágrimas hoy caen haciendo un mar de nuestra realidad" la realidad para Max y para mí será que no podremos estar juntos.
Duele como no imagine.

—Ay madre mía. —solloce. —Buen día hoy. No sé qué hacer, ninguno merece esto. Pero cada vez que su mirada está en mi, siento que con sus ojos me atrapa y la par cada vez que estoy en sus brazos me siento protegida.

Me quite el vestido y me acosté en la cama. Planeo dormir hasta que sea necesario.




Vaya forma de despertar, sin energía. Miré el reloj y señalaban las 18 horas con 25 minutos. Demonios, tengo hambre. Solo desayuné.
En mi buró había una foto mía y de Max. Sonreí… esperen. Fruncí el ceño ¿Una foto mía y de Max? La tome y había una nota atrás. La leí.
<<Ten, piensa mejor así, por cierto salen muy guapos. Con amor D.M.>>

Diana. Max tenía un traje blanco y una camisa azul. Lucia una bella sonrisa, tenía su mano en mi cintura, yo llevaba un vestido azul.

—Tanto tiempo sin ti. Tu eres lo que hacía falta en mi. —admití.

Sonreí mientras me tallaba los ojos. En realidad si tengo hambre, estaré deprimida pero mi estómago gana más que mi tristeza. ¡Por la comida!
Me puse una playera lisa blanca, un overol rosa pastel, unos keds champion del color del overol. Tomé mi teléfono y dinero. Caminé mientras veía el atardecer. Caminar a la orilla de la banqueta mientras escuchas el sonido de las aves, las personas hablar y el mar, la brisa soplaba mi cara, sentía como despeinada mi cabello aún más despeinado por la siesta de hace unos momentos. Me detuve, atentamente ví el mar y como el sol se despedía para mañana volver. Mire la playa y la gente lentamente se retiraba, veía a niños reclamar a sus madres por qué aún querían seguir jugando. Observé cómo una pareja caminaba por la playa, mientras entre besos se decían algo. Mire a la gente correr. Veía su felicidad, la felicidad de la gente contagió mi espíritu, sonreí como una chiquilla a la que le compraron otro helado después de que el suyo cayera. Respire tan profundo que mi nariz pidió más. Estaba tan conmovida que una lágrima se escapó de mis ojos sin ningún aviso previo. La quité con mi mano. Sonreí nuevamente. Tome mi curso otra vez, ciertamente solo conozco un lugar para comer aquí. Así que fui al Luar, cuando entre todos saludaron con un buenas tardes muy alegre. Regrese el saludo, me senté en una mesa al lado de la ventana. Por inercia busqué a Max, pero no lo encontré. Mire el piso apenada con no sé quién.

ONE BAD DAY Where stories live. Discover now