5.-El pájaro enjaulado (3ª parte)

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«No debería estar viendo esto», pensó y apretó diversos botones para intentar hacer desaparecer el mapa. Cuando se esfumó en el aire, suspiró aliviado pero no le duró mucho.

—¿Aburrido? —preguntó un tipo bajo desde un extremo de la mesa. Tenía la mano apoyada en la consola de mandos así que había sido él quien había hecho desaparecer el mapa.

—Lo siento —se disculpó Zero bajando la cabeza al recordar su papel.

—Se supone que eso era un secreto —dijo, no parecía molesto.

—No sé lo que era —se defendió—, apreté un botón y salió. Solo quería quitarlo, no me he detenido a estudiarlo ni nada por el estilo.

—¿No lo has reconocido?

—No se me da bien la geografía —mintió.

—Está bien, no tiene importancia —dijo tendiéndole la mano—. Soy Rodrick Ave-de-Tormenta, de la compañía Albatross. ¿Te suena? —Zero estrechó la mano que le ofrecía y negó con la cabeza—. Tranquilo, no tiene por qué, es una filial de la corporación Mar-en-Calma. ¿Conoces la corporación Mar-en-Calma? —Zero asintió en silencio—. Pensaba que te mantenías alejado de los negocios.

—Mi tío me mantiene informado —explicó—. No le hago mucho caso pero a veces, leo algunos informes.

—Pensaba que no tenías parientes.

—No… No es mi tío de verdad. Gabriel Strauss dirige la compañía en mi nombre y fue mi tutor mientras era menor de edad.

—Gabriel Strauss, ¿eh? Le conocí en París Noveau, un tipo interesante, impartió unos seminarios sobre la viabilidad de las rutas comerciales a K-Dick. Muy instructivo.

—No lo dudo —murmuró con desdén. A él le había tocado aguantar charlas de esas más veces de las que podía contar. Quizá incluso había coincidido con el señor Ave-de-Tormenta. Un segundo demasiado tarde, se dio cuenta de que esa no era la imagen que le interesaba dar, así que agachó la cabeza y asintió—. El tío Gabriel siempre quería que asistiera a esos seminarios pero a mí no me interesaban mucho —dijo, intentando acentuar su faceta más vulnerable.

—¿Y qué es lo que te interesa? —preguntó el tal Ave-de-Tormenta. Por el nombre parecía un leónida pero todo en él decía Origen a gritos. ¿Un leónida camuflado de humano original o viceversa? «¿Un león con piel de lobo?».

—Todavía no lo sé —confesó Zero con una sonrisa tímida—. Intento vivir lejos de la sombra de mi predecesor, pero todavía no he encontrado mi vocación.

—Pero tampoco has renunciado a la empresa.

—A lo mejor cambio de opinión —dijo encogiéndose de hombros—. No me gusta cerrarme puertas, nunca se sabe cuándo… —enmudeció al observar la expectación que causaban sus palabras. Desvió la mirada a un punto indeterminado de la mesa. Había hablado demasiado.

—¿Cómo os conocisteis? —preguntó Ave-de-Tormenta tras una pausa. Parecía divertirse. A Zero le costó un poco saber a qué se refería, le había sorprendido el brusco cambio de tema.

—En Galileo —dijo. Entonces recordó que su vida dependía de ser una buena mascota—. Yo había tenido un… desencuentro y estaba… un poco deprimido. Él me invitó a cenar y yo no tenía nada que perder. Una cosa llevó a la otra. —Eso dejaba a Tristan como un depredador que se aprovechaba de alguien vulnerable. No había sido exactamente así o, al menos, él no lo había sentido así, pero pensó que si se presentaba como «atrapado» eso acentuaría su papel de presa.

—¿Y qué pasó?

—Solo fue un encuentro entre desconocidos, nada más. No fue más que… sexo. O por lo menos, eso fue lo que me dijo y yo lo asumí. Pero a veces no es tan fácil como parece. Yo no… —«Vamos, ¿es necesario que te humilles más?»—. Antes, yo no… —Era incapaz de decirlo en voz alta pero esa timidez hizo ganar enteros a su interpretación—. Para mí fue especial —dijo, simplemente.

Nadie es perfectoWhere stories live. Discover now