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Los ojos de las dos mujeres presentes se cristalizaron nada más verse

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Los ojos de las dos mujeres presentes se cristalizaron nada más verse. Las lágrimas brotaban del rostro de la más joven, quien no pudo resistirse y salió corriendo a los brazos de su madre, escondiendo su rostro en el pecho de esta mientras dejaba que sollozos saliesen por sus cuerdas vocales.

—Ya estoy aquí, mi niña —susurró la mayor mientras acariciaba dulcemente la pelirroja cabellera de su hija.

Tuvieron que separarse la una de la otra en cuanto dos hombres y una niña entraron por la puerta del piso en el que se encontraban. La niña y el hombre más mayor iban cogidos de la mano, charlando animadamente, mientras el otro miraba todo con expresión neutra.

—¡Meysie! —gritó la pequeña, separando su mano del corpulento hombre y abalanzándose sobre la que consideraba su hermana mayor —. Tenía muchas ganas de verte. Me puse muy contenta cuando tu mamá se me acercó en el parque y me dijo que íbamos a venir a verte.

—¿Y no has pasado miedo yendo con gente que no conocías? —preguntó la joven.

—¡Para nada! Son muy majos. ¿Y sabes qué? Ascisian me dijo que me conocía de cuando era un bebé pequeñito, pequeñito —dijo, y Narkissa con una pequeña sonrisa en el rostro miró hacia el hombre que su hermana había mencionado, aquél que le había salvado de una vida en el infierno de niña y que a día de hoy, ocho años después, todavía le ayudaba.

Aún no procesaba del todo la escena ante sus ojos. Estaba en una habitación con toda la gente que alguna vez en su vida quiso, gente que siempre le ayudó y le miró con una sonrisa. Estaba con su madre, a la que juró que volvería a estar con ella. Estaba con su hermana, de la que la separaron demasiado pronto. Estaba con Ascisian, quien siempre le ayudó y consideró parte de su familia. Y estaba con Zach, ese estúpido sobrino de Ascisian con quien aunque peleara bastante, apreciaba. Estaba con todos los que de alguna forma le hacían feliz.

Después de dejar a Alena en el suelo, se acercó al joven que descansaba en el marco de la puerta, a quien le dedicó una sonrisa burlona.

—Tú siempre tan alegre, Zach.

—Llamada Chernabog, como la deidad negra de la mitología eslava. Creo que eres tú la que está demasiado alegre —respondió, consiguiendo que la sonrisa de Narkissa se hiciese todavía más amplia.

—Ni lo blanco es completamente bueno, ni lo negro es completamente malo, querido. No se puede tener una vida de solo infortunios o buena suerte —se alejó de él y le señaló con el dedo —. Si no me crees, simplemente mírate la película Just My Luck. Te cambiará la vida y hará que dejes de estar de morros todo el día.

Tan solo le quedaba Ascisian para haber hecho un reencuentro en condiciones y terminar la primera parte de su plan. Así pues, sus ojos buscaron los del hombre por la pequeña habitación, topándose con estos en cuestión de mili segundos y dejando que se apreciase en sus labios una sonrisa mientras el de penetrante mirada se acercaba a ella.

La chica de las cancionesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz