—No te vayas por favor — dice un poco triste.

Esta una situación incómoda, él semidesnudo y ambos en su cuarto, solos.

Marco me acerca a él un poco brusco y comienza a besarme, éste no era un beso como el que ya conocía, sino más desesperado, poco a poco siento como me va llevando hacia atrás hasta que caemos en su cama y tira de un golpe la maleta, seguimos besándonos, su mano recorre todo mi cuerpo. Volteo y veo la toalla en el piso, no había notado que se le cayó, comienza a levantar mi camisa. Dejo de besarlo.

—Marco, todavía no — digo mirándolo fijamente a los ojos — lo siento — me acomodo como puedo, me levanto y me dirijo a la puerta.

—Phoebe — susurra cuando estoy saliendo.

No entiendo que le pasa, por qué está así, sé que es hombre pero le pedí que esperara... Aunque en parte también fue culpa mía, debí haberme quedado en mi cuarto a esperarlo, además en tal caso de que ya hubiese estado decidida, igual estaban nuestros padres y posiblemente la mujer misteriosa.

Entro a mi cuarto y me siento en la cama, no sé qué hacer, solo tengo la mirada fija en el vacío.

Tocan mi puerta y acto seguido se abre.

—¿Puedo pasar? — pregunta Marco del otro lado.

Lo veo por un par de segundos.

—Claro que sí, pasa.

A pesar de todo, no puedo molestarme con él,  además  me debe una explicación sobre por qué tiene una maleta en su cama... O posiblemente en el piso todavía.

—Pheebs, disculpa, no fue mi intensión, esto es algo muy nuevo para mí y tendré que aprender a resistirme, pero solo si tú me enseñas y me ayudas como acaba de pasar, no te hablaré de mi pasado ni de cómo eran mis anteriores experiencias, contigo seré alguien nuevo como recién nacido. Y recuerda, yo esperaré por ti todo lo que tú desees. — termina dándome un beso en la frente y lo acompaña con una sonrisa muy cálida.

—Está bien Marco, gracias por entenderme, por otro lado, me debes una explicación.

—Oh si eso... — baja la mirada de una manera muy triste.

No entiendo, sus ojos me dicen que es algo muy triste, pero igual él se muestra muy fuerte.

—Te lo diré de una para no hacerte esperar más — Se acerca a mí — Phoebe, tengo que irme.

¿Irse? ¿A dónde?, tampoco es tan malo que se mude.

—¿A dónde te irás?

—No lo sé, con la loca de mamá — puedo notar cierta rabia.

Siento como un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Su mamá?, es decir, que la mujer que estaba ahí era su mamá...

—¿Cómo que tu mamá? ¿Ella no se había desaparecido o algo así?

—Sí, ella nos abandonó, pero ahora no sé qué mierda quiere hacer aquí conmigo, solo le dio por tener mi custodia y tengo que vivir con ella...

—Hasta que tengas dieciocho... — lo interrumpo.

—No lo había visto así, pero sí... Verídico, hasta que tenga dieciocho — me abraza y me da un rápido beso en los labios — dieciocho... — susurra — ok no lo había visto así me quedan unos meses, aunque no quiero estar tanto tiempo sin ti.

—¿Cómo que sin mí? ¿No te veré más?

—No creo que pueda volver, ella puede denunciar a papá por secuestro o qué sé yo, ella le quitó toda mi custodia.

Una lágrima sale de mi ojo y hace un recorrido desde mi mejilla hasta caer bruscamente en el suelo.

—Pheebs, no llores — me abraza — no llores — dice contra mi cabello.

—Ya vengo, necesito agua — solo logro decir.

—¿Te acompaño?

—No, quédate en tu cuarto, de regreso paso por ahí.

—Está bien Pheebs.

Nos separamos y me dispongo a ir a la cocina, cuando paso por la sala está esa mujer sentada en el mueble, mi mamá y Biagio supongo que estaban en su cuarto. Sigo de largo y la ignoro.

Ya en la cocina, decido hacer una torta de despedida, busco los huevos, leche, mantequilla, azúcar, un poco de sal y esencia de vainilla. Lo mezclo todo en la licuadora para que sea más rápido y lo sirvo en un bol, busco la harina y la pongo  en otro bol.  

La verdad es que no sé si le falte algo, soy nueva en esto.

Salgo de la cocina y camino hacia la sala con ambos recipientes.

—Oye, ¿sabes hacer torta? — le pregunto a la mujer.

—Sí, sí sé — responde como si fuera muy obvio.

—Pues dime si esta te gusta — le vacío toda la mezcla en el cabello y acto seguido, la harina — yo también se y jugar sucio, y esta es solo la entrada — me giro y me voy antes de que diga algo.

Mientras voy caminando la escucho gritar molesta, parece una niña haciendo pataletas, la verdad es que me hace mucha gracia, nadie puede llegar e intentar quitarme algo así sin razón e irse así sin más, siempre me he caracterizado por ser alguien muy vengativa, además de amar las bromas pesadas.

Saco mi teléfono y escribo en el grupo.

Yo (19:28): Niñas, tengo un problema de plagas, por favor repórtense lo antes posible.

Sofía (19:28): ¿Todo bien?

Yo (19:31): No, necesito que me consigan pintura, pega industrial, pinzas, matas de pica pica y mayonesa. Antes de las 11 de la noche, ahorita estoy llegando al cuarto y no puedo responder, luego les explico.

Andrea (19:31): ok

Sofía (19:31): Fi, estás loca, pero está bien... Quién sabe qué coño harás...

—Novia — dice Marco cuando entro al cuarto — te tardaste, ¿y el agua?

Mierda el agua... 

No todas las Princesas visten de RosaWhere stories live. Discover now