Nous les amoureuses

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Escuchar a Nagisa animándola le dio un nuevo impulso a Chikaru.

—Deséame suerte, Nagisa-chan.

—Mucho éxito, Chikaru-san.

La pelinegra se despidió de la chica de Miator y se dirigió al lago.

(...)

«Que todo resulte bien... Que todo resulte bien...».

La pelinegra se repetía mentalmente aquellas palabras como si fueran un mantra. Ya tenía la enhorabuena de Nagisa y no pensaba desaprovechar eso.

Un grito agudo, sin embargo, la desconcentró. No pudo molestarse, eso sí, ya que la voz era de una persona conocida.

—¡Chikaru-sama!

Kizuna se acercó a su senpai, seguida de Remon y Kagome.

—Chicas...

—¿Vas a algún lado?

—Sí... A hablar con la chica que me gusta...

La presidenta de Lulim había decidido que les contaría a sus pequeñas kouhai todo sobre la muchacha de la que estaba enamorada; ellas siempre la acompañaron y la admiraron por su sencillez, cariño y capacidad para escuchar problemas. No podía ser injusta y seguir manteniéndolas con la duda.

—... A hablar... con Tamao-chan...

—... ¿Con Tamao... sama? —preguntó Remon, tratando de procesar la información.

—... ¡Genial! —exclamó Kizuna, abrazando sin tardanza a Chikaru—. Tamao-sama es una chica muy buena y es amiga de Nagisa-sama. Ojalá puedan llegar a ser algo más, Chikaru-sama.

—Ojalá... Bueno, tengo que encontrarla primero para revelarle mis sentimientos. Nos vemos después, chicas.

—Nos vemos.

La pelinegra se marchó, dejando a sus kouhai con la emoción a flor de piel.

—Conque Tamao-sama... Nunca lo habría pensado, pero me alegro mucho por Chikaru-sama —comentó Remon—. Voy a cruzar los dedos para que las cosas resulten.

Tras terminar de hablar, recibió un beso de Kizuna en la mejilla, sorprendiéndola.

—¡Kizuna-chan! ¡¿Por qué lo hiciste?!

—¿Por qué no? —dijo la aludida, cerrando un ojo y sacando la lengua pícaramente.

La de lentes suspiró resignada; sabía que la castaña era así y aceptó ser su novia a pesar de ello. En cuanto a la tercera chica del grupo, Kagome, abrazaba con fuerza a Percival, su osito de peluche.

—Es algo bueno, ¿cierto, Percival?

Por supuesto, no recibió una respuesta. Lo que sí, la joven pensaba al mismo tiempo en una peliazul de Miator que le atraía, no la presidenta del consejo estudiantil, sino alguien de su misma edad.

(...)

Chikaru caminaba por el sector junto al lago. La brisa soplaba entre las hojas de los árboles y muy pocas estudiantes se veían en los alrededores. El paisaje era idílico, como el de una pintura impresionista. Todo estaba dado para que la confesión se produjera.

«Ahí está Tamao-chan», pensó.

La susodicha se encontraba a la sombra de un árbol. Tenía un libro en su regazo, pero no leía, sino que miraba las aguas en calma frente a ella. Necesitaba claridad mental, sobre todo después de la charla que había tenido el día anterior con Chiyo.

Una novia para TamaoWhere stories live. Discover now