Me hiciste sufrir con tu libro, te hago sufrir con una película.

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Cuando me acosté a dormir esa madrugada, confieso que me puse a llorar por Josh

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Cuando me acosté a dormir esa madrugada, confieso que me puse a llorar por Josh. Es que no merecía morir, era muy joven y tenía mucha vida por delante.

Me hizo reflexionar sobre muchas cosas y me terminé durmiendo a las seis de la mañana. Justo cuando mamá iba despertando, yo estaba saliendo al baño para irme a dormir, lo que me ganó un jalón de oreja y un regaño.

Eran las diez de la mañana, solo había dormido cuatro horas y por eso estaba que se me caía la cara en el tazón de cereales.

— ¿Dormiste bien?

— ¿Cuál arnés? —pregunté, confundida, y mamá negó con la cabeza mientras reía.

—Cómete eso y ve a dormir otro rato, no quiero un zombi un mi apartamento.

Por esas cosas amaba a mi mamá.

Hice lo que me dijo, terminé de comer y me fui a dormir otra vez. Me desperté a las tres de la tarde, je, je.

Para entonces, mamá ya se había ido a trabajar. Era enfermera. Pero me dejó almuerzo en el microondas y la casa estaba limpia, así que no tuve que hacer mucho.

Estuve un rato en redes sociales, luego pensaba leerme otro libro de Abby, pero recordé que me había despertado a las tres por lo que ya serían las cuatro y se me haría tarde para ir a verla.

Digo, para trotar.

Me di una rápida ducha para terminar de despertar y me puse ropa deportiva. Tomé el reproductor y mis audífonos y bajé, ese día había bastante sol, así que me mentalicé que sudaría mucho.

Cuando iba a la mitad de la primera vuelta vi a Abby, estaba en el mismo lugar de siempre y confieso que troté un poco más lento para detallarla mejor. Ese día iba con una falda plisada de color beige y una camisa manga larga de algodón verde. También parecía que se había alisado el cabello.

Estaba preciosa.

Sacudí la cabeza para dejar de verla y seguí en lo mío. Cuando acabé, por supuesto que fui a verla.

— ¡Hola! ¿Qué escribes? —Saludé aún jadeante por el ejercicio.

Otra vez, ella se sobresaltó y se llevó una mano al pecho dramáticamente, luego vio que se trataba de mí y relajó su expresión. Sonrió, incluso.

—Palabras con letras, ya sabes.

—Woah, deberías dejarme leerlas alguna vez —sugerí sentándome en el mismo muro de siempre.

—Eso nunca —Negó con la cabeza al tiempo que cerraba su laptop.

«Si supiera»

Quería ahorcarla por lo de Josh, pero yo no era como ella así que no podía delatarme tan fácilmente.

—Hay gente cruel en el mundo —dije, de pronto, con la mirada al frente. Ella me frunció el ceño.

—Si... ¿por qué lo dices?

¿Qué escribes? |LGBT|Where stories live. Discover now