27. capítulo

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Breena trató de respirar con calma cuando salió al aire libre. Si se ponía nerviosa, su estómago se rebelaría, empezaría a vomitar y acabaría dando un espectáculo. Llevaba días sintiéndose mal, pero, con todo lo ocurrido no le había dado importancia. Y, de repente, la víspera de la boda, había tomado conciencia de que no había tenido la regla desde que los vampiros la capturaron. En ese momento, tomó la decisión de casarse con André. Al menos, tenía que intentarlo. Quizás el niño y su sangre de hada fuesen suficiente para el vampiro. Evidentemente, se había equivocado. Él se había horrorizado ante la idea de ser padre, la había abandonado durante todo el día y habían acabado con una amarga discusión en público. No sabía qué iba a hacer ahora. Desde luego, no iba a quedarse con él. Quizás podría volver a su casa. Ayudaría a su hermano y...

-Ni lo sueñes-la voz del vampiro interrumpió sus pensamientos.

Breena se volvió para mirarle.

-¿Ahora también vas a dedicarte a meterte en mi cabeza para saber lo que pienso, vampiro?
-No sería necesario si me lo dijeras tú, hadita. ¿Cuánto hace que sabes lo del bebé?
-No es asunto tuyo.
-Creo que sí lo es, ya que he sido yo el que lo ha puesto ahí-dijo señalándole el vientre-¿Lo sabías cuando escapaste?
Ella negó con la cabeza.
-Así que ese era tu motivo secreto para que no haya tenido que llevarte a rastras al altar.
Breena le dio la espalda.
-¿De verdad piensas que lo que me disgusta de tu embarazo es el que tu cuerpo se estropee, Bree?
-Déjame, André, por favor. Estoy muy cansada, mareada y tengo ganas de llorar continuamente. No necesito una discusión.

El vampiro no dijo nada, pero se acercó a ella despacio y le acarició los brazos con suavidad. Luego la sujetó por la cintura contra él y enterró la cara en su cuello. Breena se puso tensa, pero no se apartó.

-Lo que me disgusta del embarazo, es la posibilidad de que te ocurra algo, cariño-susurró el chico en su oído.
El hada cerró los ojos. La tentación de relajarse contra él era muy grande. Cuando André la volvió y la acarició la mejilla, sintió que las lágrimas se le volvían a escapar.

-Lo siento, Bree. He sido un idiota-afirmó el vampiro.
Ella le miró con rabia.
-¿Un idiota?-preguntó-has sido un cabrón, André Saint-Croix.
Él sonrió.
-Tienes que dejar de decir palabrotas, hadita. Mi hijo te está escuchando.

La cogió la cara entre las manos con mucha suavidad y limpió sus lágrimas con los pulgares.
-Pero tienes razón. He sido un cabrón contigo. Y lo siento, amor. ¿Me perdonas?
Breena le miró confundida.
-¿Ahora, además, vas a reírte de mi, André?
-Estoy hablando en serio, Bree. Te estoy pidiendo perdón.
-¿Tú? Tú nunca pides perdón, André-la chica se soltó de su agarre furiosa de nuevo-tú siempre tienes razón, tú eres el que controla todo y el que toma las decisiones. Y estoy harta, ya no puedo...

André la interrumpió atrayéndola hacia él y besándola con pasión. La estrechó con fuerza, venciendo su resistencia y obligándola a responder. Cuando la chica subió los brazos para abrazarle por el cuello, él separó sus labios de los de ella.

-Te amo, Bree-susurró en su oído- y necesito que me perdones. Necesito que me dejes quererte y cuidarte. Y que me dejes cuidar de nuestro hijo.
-Y ¿qué ocurrirá cuando ya no me desees, André? ¿Cuándo me ponga gorda y fea por el embarazo?
El vampiro rió.
-Puede ser que te pongas gorda, cariño. Pero es totalmente imposible que te pongas fea.
La separó para mirarla.
-Voy a repetirlo, Bree. Y, si me dejas, te lo diré todos los días desde ahora. Te amo. También te deseo, por supuesto, pero, sobre todo, te amo. Creo que me enamoré de ti desde que nos metimos juntos en ese coche. Desde que me miraste por primera vez, asustada, pero decidida a cualquier cosa para escapar de tu destino. Y, desde que te tomé por primera vez, cariño, supe que no habría manera de librarme de ti. Supe que no podría renunciar a ti. Aunque estuviese haciendo todo lo contrario de lo que sabía que debía hacer.
Los ojos del hada estaban llenos de lágrimas.

-Te pregunté por qué querías que nos casáramos, André. Y dijiste…
-Sé lo que dije. No quería reconocer lo que me pasaba, Bree. Y no iba a hacerlo delante de tu padre y mis hermanos. Pero, la verdad es que cuando Elise sugirió la solución de la boda, fue como si mi corazón volviera a latir después de tanto tiempo. Era la forma de atarte a mí y que no pudieras escapar.
-No sé qué decir -murmuró la chica.
El vampiro la besó con dulzura.
-No hace falta que digas nada. Sólo que te quedes conmigo. Te prometo que cuidaré de ti y del pequeño si me dejas. Y te amaré como te mereces, Bree.
Ella le abrazó y le besó con pasión.
-¿Podemos escaparnos de la fiesta, André?-pidió.
El chico la cogió en brazos.
-Tus deseos son órdenes, mi amor.
Saltó al jardín, aterrizando con suavidad. Luego, corrieron riendo hasta la parte de atrás de la casa y se escondieron en una zona arbolada. André la acorraló contra un árbol y la besó con fuerza. Breena metió las manos por debajo de su camisa mientras él le subía la falda.

-Tendríamos que ir a nuestra habitación-murmuró él mientras acariciaba su zona más sensible.
-No-negó ella-aquí. Te necesito ahora.
El vampiro no se hizo de rogar. Sacó su miembro, más que dispuesto, y se introdujo despacio en el interior de su mujer. Se movieron rápido, con dureza, y, cuando sintieron que el clímax se acercaba, André la mordió con suavidad. Bree gritó de placer y André la besó para silenciarla. Cuando todo acabó, el chico la sujetó y se deslizó al suelo con ella.

-Te amo, mi pequeña escandalosa-aseguró risueño-creo que el sexo al aire libre te sienta especialmente bien.
-Tú tampoco eres muy discreto, cariño.
André se movió para que ella quedara tumbada y la miró desde arriba serio otra vez.
-Aún no has dicho que te quedarás conmigo. No seguirás con esa tontería de irte con tu hermano  ¿verdad?
-Me quedaré-aseguró ella acariciándole el pelo.
-¿Por qué?
-¿Por qué?
-Sí. ¿Por qué te quedarás?
-¿No lo sabes?
-Por supuesto que lo sé, hadita. Hace tiempo que lo sé. Pero quiero que lo digas.
-Creo que no lo diré.
Él la miró amenazador.
-Si no lo haces, te ataré al árbol y te haré tener orgasmo tras orgasmo hasta que supliques que pare, Bree.
-No te atreverías…
Ella gritó cuando él la sujetó las muñecas por encima de la cabeza y se quitó el cinturón.
-¡No! André, no puedes hacer esto en casa de tu hermana.
-¿No?-el chico ya había enrollado el cinturón en sus muñecas.
-Está bien, está bien. Yo también te amo, maldito bruto, tirano y…
El vampiro la besó para callarla mientras soltaba sus manos. Bree le abrazó y le besó con igual pasión.
-Te quiero, vampiro-susurró-te he querido siempre. Y siempre te querré.

-Te he sacado a la terraza para tener un rato a solas, esposa-dijo Jared mientras abrazaba a Elise-y el idiota de tu hermano nos lo está estropeando. No deberías estar escuchando, cariño.
Ella sonrió con picardía mientras subía los brazos para ponerlos en el cuello de su marido.
-El idiota de mi hermano está haciendo el amor a su esposa después de decirle que la quiere, Jared. Déjame disfrutarlo.
El vamp rio con suavidad.
-Parece que no es tan idiota después de todo.
-Es un Saint-Croix, querido. Le cuesta reconocer el amor. Pero una vez que lo hace, no lo deja escapar.
-Y me alegro mucho de que eso sea así-aseguró el vamp besando a su esposa.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Where stories live. Discover now