D'Arby, el menor; Parte 2

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Cuando los autos salieron del túnel, vieron que el auto D'Arby tenía la delantera. Kakyoin no dejara que avance, así que uso el movimientos que uso al principio y empujo el auto 15 afuera de la pista.

Pero D'Arby sabía que pasaría algo así, y observaron la pantalla. El auto 15 voló por el aire hasta que atravesó el barranco y aterrizo al otro lado, tomando ventaja.

- Perder energía para que me empujaras era parte de mi plan- sonrió D'Arby- Entonces ¿continuamos la carrera, Kakyoin?

Por sus palabras, Kakyoin se atragantó con su propia saliva cuando el pánico y el horror hicieron un nudo en su garganta, sintiéndose repentinamente flácido en su asiento mientras sus manos comenzaban a temblar violentamente alrededor de su control.

- ¡No admitas la derrota, Kakyoin!- grito Joruko.

Sin embargo, las palabras de Joruko y su bravuconería no lograron llegar al pelirrojo, ya que murmuró incoherencias por lo bajo cuando el frío que había comenzado a relacionar con el Stand de D'Arby lo obligó a congelarse en su asiento, sintiendo a Atum acercarse a él antes de que uno de sus las manos se colocaron en su mejilla derecha mientras que la otra acunó la parte posterior de su cabeza, sacando efectivamente su alma de su cuerpo mientras dejaba escapar un chillido de alegría cuando lo tenía en su poder.

- ¡Kakyoin!- Josephine gritó su nombre alarmado.

- Este muñeco tendrá un gran valor en mi colección- dijo D'Arby sosteniendo una muñeca- Ha sido el primer oponente que ha superado sus miedos y evitado cometer errores por debilidad mental.

Inmediatamente, cuando superaron su conmoción, Josephine se adelanto y agarro el cuerpo del pelirrojo, preocupaba por lo pálido que se había puesto.

- Ka-Kakyoin.

Joruko estaba furiosa, furiosa porque arrebato el alma de su amigo a pesar de que no hizo trampa como su hermano mayor. Camino hacia él para golpearlo pero D'Arby la detuvo.

- Alto- le advirtió- No les recomiendo atacarme en forma de represalia. No, eso no es todo. Si tropezara con una cascara de banana, me golpeara la cabeza o me atorara con un trozo de chicle o me muriera de un infarto al oír el estallido repentino de unas palomitas de maíz, el alma de Kakyoin partiría de inmediato al otro mundo.

Joruko, con determinación, diera un paso adelante y arrastrara la silla hacia atrás entre donde estaba el cuerpo de Kakyoin y el ahora sonriente D' Arby, ignorando los gruñidos confusos de su abuela y del enemigo mientras se sentaba en la silla con su mirada azul verdosa mirando la consola y la televisión frente a ella.

- ¿Jo-Joruko?- dijo Josephine confundida- ¡Oye, Joruko! ¿Por qué te sientas allí? ¡Yo acabare con él! ¡Es mi turno!

- ¿Has jugado alguno de estos videojuegos más que Kakyoin?- pregunto Joruko- No te metas, anciana. Esto no es como jugar a las cartas o al Hanafuda.

Ignorando a su abuela y sus murmullos incoherentes pero ofendidos, Joruko se volvió hacia los juegos descartados sobre la mesa circular y agarró el cartucho rojo que había llamado su atención, levantándolo lo suficiente como para presentárselo a su enemigo que esperaba con una expresión severa en su rostro.

- Jugaremos al beisbol- declaro- Quiero que juguemos este videojuego de beisbol... Apostare mi alma.

- Good- exclamo D'Arby- Yo apostare el alma de Kakyoin.

De la nada, un ensordecedor chillido robótico resonó a su alrededor y la repentina sensación de ingravidez en el brazo de Joruko hizo que el adolescente mirara su brazo derecho donde había estado previamente el agarre mortal de Atum, sin encontrar rastro de su presencia además del dolor sordo de la tensión de el agarre mientras tiraba hacia atrás la manga de su abrigo para comprobarlo, para su sorpresa.

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