Capítulo 35

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Maratón 2/?

Finalmente Juliana acepto pero se negó a ir en mi auto así que tuvimos que ir en el suyo.

Llegamos a una heladería que los niños eligieron ya que tenía una enorme área de juegos.

Tenían cerca de veinte sabores, los cuales Juliana tuvo que mencionar al menos tres veces para que Pablo y Sofía pudieran decidir, en especial Sofía quien aún no sabía leer del todo bien.

Sofia: — ¡Fresa!— dijo quien estaba en brazos de su hermana

Pablo: — ¡Vainilla!— se unió

Juls: —Me hicieron repetir los sabores ¡tres veces! Para elegir lo mismo de siempre— les reclamó en juego y ambos rieron al igual que la cajera quien con una enorme y por supuesto estúpida sonrisa no dejaba de mirar a Juliana.

Val: —Chocolate— dije de mala gana.

Como era de esperarse no me dejo pagar y no precisamente por educación, si no por su actitud de "No necesito nada de ti"

Val: —Yo los había invitado— le dije molesta sentándome en uno de los cómodos y llamativos sillones del colorido lugar. No me respondió nada, solo recargo sus codos en sus rodillas y cubrió su rostro. — ¿Porque me habías dicho que te "comenzaba" a agradar si no era cierto? — tome la cuchara para tomar un poco de helado y llevarlo a mi boca.

Juls: —Yo no mentí— dijo volteando hacia mí —Me agradaba la Valentina de ese día.

Val: — ¿La Valentina de ese día?— pregunté entre risas.

Juls: —Sí— se recargo en el sillón y recargo su brazo en el respaldo de este quedando su brazo casi a la misma distancia que mi hombro. —Despreocupada, sin maquillaje, sin todos esos accesorios de sobra— rio

Val: —Es lo mismo Juliana— le dije riendo —Con vestido, en pantalón, en short, con maquillaje o no, soy la misma.

Juls: —Claro que no— dijo serio —Nunca eres la misma. — Aseguró —Eres una en el campus, eres otra en tu casa, eres otra conmigo, eres otra con Sergio, eres otra con Alejandra, eres otra con mis hermanos— tenía razón. — ¿Y sabes que es lo malo?

Val: — ¿Qué?— conteste intimidada

Juls: —Que nadie sabe cuál es la verdadera— un silencio nos inundó, solamente entre nosotras ya que todo alrededor nuestro seguía su común ritmo, personas platicaban, niños corrían de un lado a otro.

Val: —Entonces ya tenemos algo en común…— dirige mi mirada hacía ella, quien sólo volteó y me miró esperando una explicación. —También en el campus eres otra, en tú casa otra, conmigo otra… incluso ayer eras otra— regresé mi mirada al helado que comenzaba a derretirse

Juls: —No es…

Val: —No digas nada— la interrumpí, no le estaba pidiendo explicaciones. — ¿Quieres?— le dije rompiendo el silencio nuevamente solo entre nosotras.

Juls: —Odio el chocolate—dijo negando con la cabeza

Val: — ¡Eres una mentirosa!— le dije riendo —Casi acababas tú sola con un pastel de chocolate y ahora lo odias— se unió a mis risas, no podía negar que no era otro.

Juls: —Solo comí un poco— dijo frunciendo el ceño

Val: — ¿Un poco? Si claro— dije sarcásticamente, tomé un poco de helado con la cuchara una vez más y la acerque a ella —Vamos sólo un poco— me puse de rodillas sobre el sillón para acercarme sólo un poco más

Juls: —No— se negó nuevamente

Val: —Se derretirá y caerá en tu ropa— canturreé

Juls: —Que no— dijo riendo al mismo tiempo que me abrazaba por la cintura haciéndome quedar nuevamente sentada sólo que nuestra distancia se había convertido a prácticamente nada.

Levanté nuevamente la blanca cucharilla y la acerqué a ella quien finalmente abrió la boca, sonreí victoriosa y esta vez yo tomé su mejilla con mi mano libre, no necesité guiarla y mucho menos acercarme, ella sólo se dirijo hacía mis labios. Subió su mano hacía mi cuello, evitando que me separara pero era algo que ni de broma haría.

Juls: —Tu mano esta fría— dijo riendo entre besos, era lógico después de haber sostenido el vaso con helado por más de quince minutos.

Le sonreí y volví a unir nuestros labios, sólo que tomé su mano que estaba en mi cuello y la bajé para entrelazar nuestros dedos y que la temperatura de esta se regulara. Una vez más se alejó de mis labios y su mirada se enfocó en nuestras manos entrelazadas, levanto una de sus naturalmente bien definidas cejas.

Val: —Ya no está fría— fue lo único que logré decir y negó con la cabeza riendo.

Por un desconocido motivo giré mi rostro y me encontré con nadie más y nadie menos que Sergio y Mariana quienes nos miraban más que sorprendidos; Mariana reaccionó y sacudió un poco su cabeza y volteó a ver a Sergio quien seguía con los ojos como platos.. Había ganado la apuesta.

ME, MYSELF AND IWhere stories live. Discover now