O1. grace field.

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LET'S PLAY...
uno: grace field.

  —¡Todos, a despertarse!

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  —¡Todos, a despertarse!

  Una mañana en el idílico orfanato Grace Field era claro significado de buenos ánimos mañaneros, era más que obvio debido a la presencia de los niños más alegres que podía haber en el planeta.

  Un ambiente de múltiples personalidades y actitudes, al igual que temperamentos. Y obvio que no hace falta mencionar a las apariencias físicas y edades de todos los que residen en dicho edificio.

  El grito de Emma causó que abriera los ojos, pues la mencionada tenía la manía de siempre despertar a todos los niños a base de cánticos eufóricos que llegaban a traspasar las paredes. En su caso, dormía en el otro cuarto de niños, así que ya se imaginaba el gran susto mañanero de los niños que compartían habitación con la pelirroja.

  Se quejó, pues. En silencio, viendo cómo los dos niños mayores del orfanato se encargaban del trajín matutino. Alistar a los menores para un buen desayuno resultaba ser una labor demasiado cansina tomando en cuenta las diversas necesidades de cada uno. Algunos sabían atarse los pasadores de las botas, otros no. A unos se les facilitaba unir los botones de la camiseta, a otros no. Incluso peinaban a los pequeños, aunque todo ese trajín ocurría más en las niñas.

  —Buemnos diashhh... —Las palabras salían tan mal de su boca ni bien se despertaba. La somnolencia golpeaba fuerte en los primeros segundos donde dejaba el reino de los sueños para enfrentarse al mundo real. Era horrible. Y encima tenía la boca seca, qué asco.

  —Hann, ya sabes qué hacer.

  —¿Qwueeeé?

  —Las botas.

  —Ahhh...

  Hannah era su nombre, una niña de once años, muy activa y atlética, amantes de los retos y las uvas. Claro, también muy competitiva y necia a perder. Obvio que sabía perder, pero no le gustaba mucho. Por las mañanas era un desastre andante, pues se volvía todo lo contrario. Torpe, tan torpe como un venado recién nacido. Y todo debido al sueño.

  Dormir le agradaba tanto que se lo tomaba a pecho.

  Norman era su mejor amigo de toda la vida. Alguien de cabello claro, quizás un rubio platinado o un blanco azulino, no sabía cómo saberlo, ni siquiera él mismo lo sabía. Ojos azules, idénticos al cielo, qué siempre reflejaban calma. Actitud tan benevolente, además de ser el niño más listo del orfanato. Solía ayudarla mucho en las mañanas, pues había visto como la niña terminaba en el suelo por culpa de su torpeza y sinceramente detestaba verla de esa forma.

  Ambos eran uña y carne, uno de los mejores dúos que podría haber en el orfanato. Los dos eran inteligentes, Hannah era la atlética y la que ponía en acción los planes, Norman el cerebro y el estratega. Era típico verlos juntos a menudo, también conversar entre sí, compartiendo secretos y conocimientos, o hasta estudiando juntos para los exámenes diarias.

LEGENDS OF FIRE // norman. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora