Los mismos errores

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Los mismos errores


Decidieron ir a una cafetería; el lugar era popular, pero a horas más tempranas o más tardías, por lo que en esa ocasión no había demasiadas personas, así que el negocio estaba bastante tranquilo; lo que alegró a Mina porque así no tendría que alzar la voz entre el bullicio de los demás y el asunto podría quedarle claro a Helio. De allí que, al verse instalados en una de las mesas, la de al fondo en la esquina izquierda para mayor privacidad, y después de pedir algo para beber y para la rubia algo de comer también ya que tenía hambre, iniciaron con las respuestas a las dudas. Ella y Corazón le contaron a Helio todo; quién era él, cómo se conocieron y cómo había estado ayudándolo Mina.

—¿Entonces tú eres mi yo interno? —Helio miró a Corazón, escéptico, y una pequeña risa de incredulidad brotó de su garganta, renuente a creer algo así—. Sí, claro, es una buena historia para algún cuento o algo así, no para la realidad; es imposible.

—¿Verdad que es difícil creerlo la primera vez? —Preguntó Mina entendiendo al castaño—. Pero es la verdad, ¿cómo explicarías entonces que se parece tanto a ti? Es tu gemelo.

Helio miró a Corazón y lo escrutó con avidez. Era verdad; las mismas facciones, el mismo estilo de cabello y color, los mismos ojos, la misma complexión física; lo único diferente era el tono de piel, ya que Helio era trigueño y Corazón era pálido, pero fuera de eso, igual.

—Pues, supongo que es una coincidencia —Helio intentó excusar lo evidente.

—No lo es. Nadie de aquí lo ve. Sólo tú y yo podemos, ¿qué otra prueba quieres?—volvió a hablar Mina, dándole un sorbo a su café.

—Todos actúan muy normal —dijo él mirando a los otros clientes—. Ajenos a los demás, ¿cómo estar seguro de que no lo ven en realidad?

—Ay, eres un incrédulo —expresó la rubia con fastidio sacando su celular, y dado que los dos estaban juntos, puedo tomarles una foto—. Ve esto y explícalo.

Helio tomó el aparato que le ofrecía y con asombro increíble se vio a él en la foto, sentado, mas no vio a su acompañante en la silla de a un lado; estaba vacía. Impactado, volvió a posar su atención en Corazón y hasta alargó su mano para tocarlo; estaba allí, no había duda. ¿Por qué la cámara no lo captó? En un reflejo, movió su silla a un lado, alejándose de Corazón, desconfiado, y con un signo de miedo en su rostro al no asimilar lo que estaba viviendo.

—Tampoco tienes que ser tan cuidadoso —comentó Corazón, divertido por su acción—. No muerdo.

—¿Ahora sí nos crees? —Quiso saber Mina tomando su celular de vuelta—. Y no vayas a salirme con algo así como que él es un vampiro o yo qué sé. Eso sí es estúpido.

Helio no podía negarlo más, todo era verdad; mas era complicado aceptar que algo así estuviera pasándole. Se rascó la nuca, confundido.

—Creo que sí, ya les creo, aunque sigue siendo raro.

—Y créeme, esa rareza no se acaba ni aunque estés con él por semanas —declaró la rubia comiendo un poco—. Pero eso es bueno, ¿verdad, Corazón? Si Helio ya te acepta, quiere decir que el peligro ha desaparecido, ¿no? Ahora él podrá ayudarte a ayudarse a sí mismo o como quiera que funcionen. Y recuerden que tienen a Anahí. Definitivamente yo no tengo por qué aparecer en sus vidas otra vez.

—¿A qué te refieres con eso? —Una sensación de pánico y desolación envolvió a Helio y mirando a Corazón, quien se mostraba triste, descubrió que en realidad era él quien sentía todo eso y sólo se la transfería.

—Es el acuerdo al que llegamos Corazón y yo en cuanto mejoraras —explicó la rubia—. Yo saldría de sus vidas y podrían retomarla con normalidad.

Rescatando a un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora