Capítulo 8.

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Ximena terminó de peinar su cabello en una cola de caballo alta y miró su vestimenta, que consistía en un short de mezclilla, una blusa negra de tirantes y tenis deportivos. Era sábado y Víctor pasaría por ella en unos minutos para ir al boliche con sus amigos.

A las cuatro y cuarto, el rubio se estacionó frente a su casa. Ximena se despidió de sus padres y salió de su casa con rapidez. Una vez que subió al auto, saludó a su amigo de beso. En el camino estuvieron platicando de algunas cosas.

—¿Qué has hecho, Ximena?

—No mucho, limpiar mi cuarto, ver películas y así —contestó—. ¿Y tú?

—He salido con Eva, con las gemelas y Pamela, y el otro día fui al billar con Federico y Enrique...

Al oír ese nombre, Ximena hizo una mueca de disgusto que pasó desapercibida por Víctor.

—Qué bien —dijo sin mucho ánimo.

—Por cierto, el otro día Eva me dijo que fuiste a una reunión con sus padres y Erick —la miró de reojo, a lo que la chica se tensó un poco—, ¿es cierto?

—Sí —respondió haciendo un ademán con la mano para restarle importancia.

—¿Y por qué no me dijiste? —Alzó una ceja, tratando de disimular una sonrisita traviesa.

—No creí que fuera a importarte. —Se encogió de hombros.

—Oh... Creí que Erick te caía mal.

—Sí, bueno... sí —dijo finalmente, al no encontrar nada más que decir. Comenzó a ver el paisaje para no mirarlo a él.

—¿Recuerdas la vez que te dije que los que se caían mal muchas veces terminan casados? —Preguntó con burla.

Ximena volteó hacia él.

—Ja, qué cosas dices, estás exagerando todo —habló en voz rápida—, solo nos empezamos a llevar bien.

—¿Pretendes que te crea?

—Tienes que hacerlo —dijo con obviedad. Eran mejores amigos, se suponía que debían creerse todo, incluyendo sus mentiras.

—Está bien —le siguió la corriente—. Pero si al final resulta que tengo la razón...

—Ni te molestes, no la tienes.

Víctor soltó una risita y siguió manejando. Minutos después, llegaron al lugar indicado. Se estacionó y bajaron del auto para entrar al boliche. Ellos fueron los primeros en llegar, así que se dirigieron al mostrador, donde un chico les dio unos zapatos especiales. Se tuvieron que quitar los suyos y se pusieron los otros. Ximena hizo una mueca de asco al ponerse esos tenis, quién sabe qué otras personas los habían utilizado, ¡lo bueno es que llevaba calcetines!

Una vez que entraron, apartaron una mesa y esperaron a sus amigos, que no tardaron mucho en llegar. Las primeras en aparecer fueron Amanda y Ciara, que al enfocarlos, se dirigieron a ellos. Víctor las saludó con efusividad y Ximena con indiferencia, después de todo no eran sus amigas ni tuvo mucho trato con ellas en la preparatoria.

Ciara, por su parte, estaba un poco nerviosa porque iba a convivir con unos de los chicos más populares del bachillerato. Si bien sí habló con algunos, como Ariana, Federico e incluso charló con Víctor un par de ocasiones, los Quintana y Ximena siempre le parecieron muy soberbios para su gusto. El rubio inició una plática con ellas en lo que llegaban los demás.

Posteriormente llegaron Eva y Erick, con tu típico andar elegante y distinguido. Algunas personas voltearon a verlos cuando pasaron a su lado, ellos siempre habían tenido ese efecto. Víctor se levantó del asiento para recibir a su novia.

Las peripecias de Ximena © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora