Capítulo 3.

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Después de pedir la cuenta al mesero, Erick y Ximena se levantaron para irse de allí. Eva y Víctor, ni sus luces, de seguro estaban terminando de recorrer todo el centro comercial, aprovechando que no tenían compañía para besarse apasionadamente.

Para llegar a la puerta tenían que pasar por la banca donde estaba Enrique. Erick rodeó el hombro de Ximena. Se detuvieron justo frente a la banca donde estaba su excompañero y su novia, fingiendo sorpresa de verlos.

—¡Hola, Enrique! —Exclamó Erick, atrayendo la atención del chico y su novia.

El moreno los miró con atención.

—Hola —contestó con cautela. Vio a Erick abrazando a Ximena y frunció el entrecejo.

—¿Cómo has estado? —Respondió el ojiverde con calma.

—Bien, ¿y tú? —Miró a Ximena con fijeza. La castaña vio sus uñas desinteresada.

—Igual, bien —sonrió. En seguida vio a la chica sentada frente a su examigo—. Mucho gusto, soy Erick y ella es Ximena —se presentó y señaló a la chica.

—Hola, soy Cynthia, la novia de Enrique —indicó, echándole la indirecta al muchacho por no haberla presentado.

—Encantado —le sonrió.

Enrique, que no había dejado de escrutar con la mirada a Ximena ni pasar por alto cómo iba con Erick, decidió preguntar la incógnita que se formó en su cabeza.

—¿Ustedes están saliendo? —Le preguntó a Erick, ya que la castaña no se dignaba a mirarlo.

—Oh, sí —respondió el pelinegro como si nada. Notó que Enrique apretó los puños y se tuvo que aguantar la risa.

—¿Cuánto tiempo llevan? —Preguntó con indiferencia mal disimulada.

—Cinco meses, ¿verdad, mi amor? —Volteó hacia Ximena con una sonrisa. Era una de complicidad pero ni Enrique ni Cynthia lo notaron.

—Sí, amorcito —le devolvió el gesto. En seguida enfocó a Enrique con altanería, dándole a entender que no le afectaba lo sucedido. El chico no tenía que saber que se había emborrachado y derramado lágrimas por él.

Enrique aplanó los labios y frunció el ceño.

—¡Hacen una pareja muy linda! —Exclamó Cynthia.

Ximena se sintió mal por ella y estuvo a punto de decirle la verdad pero Erick no se lo permitió.

—Bueno, nos tenemos que ir. Un gusto verlos.

Antes de que le respondieran algo, se dirigió junto con Ximena a la salida. Se alejaron del local y se miraron a los ojos. De la nada comenzaron a reír.

—¿Viste su cara? —Rio Erick.

—¡Fue épica! —Respondió Ximena—. ¡Se lo merecía el tonto! Aunque ahora me siento mal por Cynthia, debí decirle.

—No, estuvo bien así. Ella se dará cuenta —dijo con indiferencia. No entendía por qué se sentía mal por esa chica que no conocía pero aun así, en su momento, no se consideró culpable de ser una hipócrita con su hermana. No había duda, era rara.

Ximena decidió no comentar nada más acerca de eso. A veces le parecía un chico muy apático. <<Si fuera tan malo no me habría ayudado>> pensó.

—Gracias, Erick.

—No me agradezcas, no lo hice por ti, lo hice porque él no me agrada —respondió con tono frío.

Las peripecias de Ximena © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora