CAPITULO 12

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Capítulo 12

Lexie

Mi noche con Chase había transcurrido entre risas y confesiones, unas más vergonzosas que otras, hasta que nos dimos cuenta de que era más de medianoche y nos fuimos a dormir. O al menos eso creí hasta que con mi mano busqué su torso sin éxito alguno.

No estaba a mi lado como hace unas horas. Me había desvelado gracias a un enorme dolor de cabeza, síntomas básicos de un gliosblastoma, por lo que no había podido recuperar el sueño.

Me levanté de la cama dirigiéndome a la sala donde había una pequeña luz proveniente de una lámpara al fondo, no era mucho lo que ayudaba pero gracias a ella logré ver a Chase recostado en uno de los sillones que quedaban frente a la televisión. Tenía los pies cruzados, la mirada al fija en un mismo punto, y la camiseta puesta.

A pasos lentos me acerqué, cuando estuve cerca me senté en el sillón poniendo un gran espacio entre nosotros ¿qué hora era? ¿Por qué estaba despierto? ¿Fue por su conversación de anoche? Muchas preguntas rondaron por mi cabeza.

—Ven aquí — dijo acercándose a mí, por instinto puse mi rostro por encima de sus hombros relajándome — ¿no puedes dormir?—pregunto sutilmente.

Tome una respiración profunda antes de contestar— insomnio — la pequeña luz hacía que nos reflejáramos en la pantalla — ¿tú por qué no duermes?

Chase comenzó a acariciar sutilmente mis manos, cerré los ojos, la sensación de estar así era agradable.

—Tengo muchas cosas en la cabeza — se limitó a decir sin detener el movimiento de sus dedos.

—¿Puedo ayudar en algo?

—Es lo que estás haciendo — su voz era tan suave.

—Cómo ...— murmure levantando la cabeza, el hizo lo mismo haciendo que nuestras miradas se encontraran.

El brillo en sus ojos me lo decía todo.

—Gracias — susurro recostándose en el sillón con los brazos cruzados.

Hice lo mismo, y por primera vez en toda la noche pude dormir.

#

Cuando amanecido lo primero que hice fue verificar si Chase seguía a mi lado, fue un alivio cuando lo encontré a unos centímetros de distancia, es irónico que durmieramos en un sofá teniendo una enorme cama a unos metros de nosotros.

Me levante cuidadosa de no despertarlo. Lo primero que hice fue ir al baño a lavarme los dientes, luego ir a la cocina para hacer el desayuno. Me decidí por hacer unos panqueques ya que para ser sincera era lo único que sabía hacer, la que era buena cocinando era Emy. Además de su admiración por la medicina había hecho varios cursos de cocina lo cual le ayudó mucho.

Me sobresalté un poco cuando sentí los suaves labios de Chase por encima de mi cuello, seguido de cruzar sus manos por delante de mis caderas.

—No debería ser yo quien esté haciendo el desayuno — volteo enfrentándolo, mis ojos se desviaron un poco ante su abdomen desnudó, se había quitado la camiseta con la que había dormido anoche. Me quede observándolo unos instantes, a pesar de estar recién levantado se veía excelente, su pelo levemente despeinado junto a ese pequeño rasgo de barba que amenazaba con salir lo hacían lucir increíble.

—Es lo mínimo que puedo hacer después de todo lo que estás haciendo por mi — digo preparando los últimos  detalles de los platos.

Cuando termino de servir, volteo encontrando a Chase con los brazos cruzados, estaba recostado de una de las paredes.

—Ya sabrás cómo agradecerme — su voz era algo ronca a comparación con la de anoche. Dejando caer sus brazos se acerco a mi volviendo a tomarme de la cintura.

Me tuve que elevar un poco para quedar a su altura — el desayuno se enfriará — susurro al ver sus intenciones.

—Te beso—une nuestros labios un segundo—y luego existo.

No pude evitar soltar una sonrisa boba antes de corresponderle el beso, un beso suave y lento, repleto de emociones.

Cuando nos separamos nos fuimos al balcón empezando a desayunar tranquilamente. La vista a la ciudad era hermosa.

—Me iré hoy — rompo el silencio — no quiero que te aburras de mi o algo así — bromeó.

Chase levantó la mirada de su panqueque mirándome con el ceño fruncido — mis ganas de estar a tu lado, solo se acumulan.

Él continuó bebiendo de su jugo como si nada.

—Igual me iré hoy — recalco lo que provoca que suelte una sonrisa.

—Bien, si es lo que quieres— se limita a decir.

Continuamos hablando toda la mañana, donde todo parecía suceder en cámara rápida, con Chase se me hacía tan fácil estar. Después de un par de horas salimos de su edificio encontrándonos con el helado frío de Canadá, no llovía, pero el día estaba igual de triste. El camino fue silencioso, por alguna razón sentí un pequeño vacío en el pecho.

—Este no es el camino — dije al ver que no seguía las indicaciones.

—Lo sé — contestó sin apartar la mirada.

—¿A dónde vamos? — en ese momento detuvo su auto frente a lo que parecía ser una librería.

Lo mire un segundo antes de empezara sacar mis propias conclusiones, hace unas horas le había dicho que me encantaba leer y que todos mis libros se habían quedado en Inglaterra por la falta de equipaje.

—No entraré ahi sufrir — me negué ante la falta de dinero.

—Quieres dejar de preocuparte por todo al menos una vez — su mirada tenía su brillo usual.

Resignada baje del auto después, de el nos acercamos a la librería la cual abrió sus puertas automáticamente, Chase estaba mi lado mirando todo el lugar. Era simplemente hermosos, los estantes llenos de libros, historias, o cómo yo los llamaba palabras mágicas, que te teletransportaban a otro universo. Me detuve en uno de los estantes en donde estaban mis géneros favoritos, entre todos escogí dos de los que más llamaron mi atención, no quería abusar de la amabilidad de Chase.

—¿Solo llevarás esos?— Chase miro el par de libros que tenía en los brazos. Por el contrario el tenía todo un carrito.

—No sabía que leías — lo señalé.

—Hay muchas cosas que no sabes Lexie — dijo pasándome por un lado.

El se encargó de pagar todo y nuevamente volvimos al camino hasta llegar a la casa de Begonia.

—Adiós — me despedí cuando se estaciono.

Él me sonrió en respuesta.

Baje del auto con las bolsas de los libros que Chase me había comprado, me detuve frente a la puerta y con manos sudorosas abrí la puerta principal de la casa de Begonia, cuando la abrí mi corazón casi salió de mi pecho, Begonia estaba solo a unos pasos atrás de la puerta, su expresión solo decía una cosa: furia pura. Sin darme tiempo a nada se acercó a pasos rápidos hacia mi, lo siguiente que sentí fue el gran ardor en una de mis mejillas.

NOTA: sorry por el retraso. Mucho Chelsy por estos días ¿no? se armó el desmadre.

Antes de que te vayasWhere stories live. Discover now