xxviii. en la cuerda floja

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Los ojos de Eren estaban llorosos, frente a el se encontraba el cuerpo de su mejor amigo, Armin, totalmente calcinado

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Los ojos de Eren estaban llorosos, frente a el se encontraba el cuerpo de su mejor amigo, Armin, totalmente calcinado.

—Tú jamás has escapado, Armin ¿por qué nunca escapas del peligro?

A varios metros de ahí, Giselle sostenía su herida cercana al estomago, mientras apoyaba su espalda contra la pared más cercana.

—No puede ser ¿Cómo sigues con vida?—Hange tomó su rostro, la mujer Ackerman estallaba de fiebre.

—Necesitan más que un montón de rocas y escombros para matarme—murmuró tragando con pesadez—. Luego hablamos de como mis vísceras están por salirse, llévame con Braun.

—Pero tu herida...

—Hange, estoy bien, ayúdame—ante su terquedad, la teniente recibió la ayuda de su amada para ponerse de pie, y con la mirada rígida se dirigió hacia Reiner—. Dame una razón para no matarte.

—Teniente, no puedo creer que siga con vida—dijo Reiner—. Ahora mismo estoy ciego, pero podría jurar que se ve como un cadáver viviente.

—Eso es grosero, debe ser por eso que no tienes pareja—la mujer se acercó, mirando un estuche de metal en el pecho de Reiner—. ¿Qué tienes ahí, una bomba? En estas condiciones, eso sí me mataría.

—Es una carta.

—No queremos tus últimas suplicas en papel, quiérete un poco.

—La escribió Ymir, Christa debe recibirla.

Aquellas palabras pararon a Giselle, tomó el estuche para pasárselo a Hange.

—Su nombre es Historia, recuerda  eso—la teniente miró a Zöe buscando la orden de matarlo, al no recibirla simplemente suspiró—. Tienes suerte, por ahora vivirás.

Leyna vendaba el brazo de Mikasa, estaba bastante rojizo por la quemadura.

—En cuanto lleguemos a la muralla te atenderán mejor, aguanta un poco—murmuró la pelirroja, mientras Mikasa le miraba el rostro.

—Tú también te lastimaste.

—No es nada—interrumpió Leyna—. Quizás debamos buscar a Armin.

—Leyna—llamó Hange—. ¿Cuánto gas tienes?

—El suficiente para ir por Armin y Eren.

—Bien, entonces ve por ellos, contacta al capitán Levi, dile que necesitaremos la jeringa—ordenó dándole una de las bengalas—. De no poder traerla, arroja la bengala roja, iremos rápidamente.

—Sí señora —Leyna estaba a punto de irse, cuándo Mikasa tocó su hombro.

—Déjame ir contigo, por favor—la chica Becker no pudo negarle la petición, agarrándola ambas se dirigieron al techo donde se encontraban ellos.

HOUSE OF MEMORIES  ▬  attack on titanWhere stories live. Discover now