2.- Bicho raro

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Ser hombre es lo peor del mundo.

Le importa una mierda lo que digan las mujeres sobre la menstruación, podía asegurarles que tener pene es mil veces peor.

Odiaba que su cuerpo estuviera cambiando, odiaba estar más sensible, odiaba estar más torpe, odiaba todo su cuerpo.

No entendía nada.

Pero lo que más se le hacía insoportable era la sensación de miedo y ese extraño impulso a encajar.

Hace una semana había estado en una estúpida junta familiar, donde sus familiares de Tokio viajaron a Hiyogo. Estaba enojado porque no quería estar en una estúpida reunión familiar. Pero eso no era lo importante.

Lo que pasó y prácticamente lo traumó fue que una de sus primas, de su edad más o menos, se estaba burlando junto a su otra prima de que a los chicos de su clase les estaba cambiando la voz, que se escuchaban graciosos, y que a veces les salen gallitos.

Y desde entonces tenía miedo a hablar.

No quería que nadie se riera de él, y lamentablemente su voz había empezado a cambiar ya, por lo que alguna que otra vez había tenido un cambio brusco mientras hablaba, por suerte en su casa. Donde nadie se reía de él.

Pero en la escuela ya era otra cosa.

No hablaba casi nada ya. Tenía miedo.

Incluso no le hablaba a Osamu. No soportaría si él se burlase también. De tan solo pensarlo le dieron nauseas, Osamu burlándose de él. Adoraba a Osamu, es su primer amor, la única persona quien podía romper su corazón. Y si se burlaba de él, jamás se recuperaría.

¿Exageraba?, no lo sabía. En esos momentos era su estrategia más razonable.

No hablar en lo absoluto. Nunca. Jamás. Hasta que su voz fuese masculina al cien por ciento y así evitar las humillaciones.

Y ahí estaba en la mañana, camino a la escuela, rogando por piedad al universo, para ver si podía evitar oteo día más salir al frente del salón, o leer en voz alta.

Cualquier cosa menos una de esas dos.

Ya en el recibidor, mientras terminaba de ponerme los zapatos, la insoportable voz de Atsumu me llamó. Estaba junto a Osamu, claramente.

Pero me ignoraba, no me miraba.

¿Se habría dado cuenta de que le daba miedo hablar y pensaba que era patético?

Maldita vida, maldito Atsumu.

Debía ser eso. ¿Por qué, sino, lo evitaría de esa forma?

Quería quedarse en casa todo el día y no hacer nada como su hermana.

Tener tres años si es fácil. Te enseñan los colores, lo que seas que hagas es algo precioso, ¿sonríes? que lindo, ¿caminas? que lindo, ¿estas sentado? que lindo.

Y no se quejaba de Miki, adoraba a su hermana, pero era la verdad, la vida para un bebe era mil veces más sencilla.

Ser hermano mayor era un trabajo duro, y bastante difícil si tu hermana es tan tierna como lo es Miki.

Todos piensan que es bellísima y me ignoran.

Aun me costaba pensar que ya no era hijo único.

Diez años. Diez años siendo el único niño de su casa y de repente su madre estaba embarazada. Y de una niña. Repito, amo a mi hermana. Pero ojalá ser un bebe como ella.

Lo peor eran las clases de biología, no había nada más incómodo que el que te enseñaran lo que estás viviendo por tu propia cuenta. Maestro, sí sé que mi voz anda en la mierda, si sé que mi cuerpo está cambiando, cállese.

PUBERTY, IS NOT FUNNYWhere stories live. Discover now