27 - Monstruo

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Narrador Omnisciente

Alvaro agarró del brazo a Adalia, estampándola contra el frío suelo, una y una otra vez.

Humillándola, como de costumbre.

En el suelo se encontraba ella, llorando y suplicando que parara, que ya no la lastimara, pero era en vano.

Los golpes le dolían, pero haberse enamorado de ese monstruo le dolía aún más.

***

Ada gimió al sentir el frío contacto con la crema, aún le dolía y los moretones eran muy notorios.

Tenia varios moretones y hematomas al rededor de su estómago, brazos y piernas. Sin contar el gran moretón que tenía en su mejilla izquierda.

Era lunes. Ella había faltado al colegio, no podía ir así. Estaba rota, tanto cómo por dentro y cómo por fuera. Ya no era aquella persona tan sonriente y feliz. Ya no lo era. Sólo era un títere manejado por su novio.

Él había logrado lo que quería, la destruyo por completo. Pero aún así no estaba satisfecho, aún le quedaba algo para sacarle, aún quedaba algo para destruirle.

El timbre sonó y ella rogó que no fuera él. Caminó lentamente hacia la puerta. Encontrándose con la persona menos esperada.

—¿Thomas?.

—Hola Ada, la profesora me mandó a que te mande a decir que mandó una tarea que va a pedir la clase que viene. Pidió que todos los tengamos y por eso te la mando— El rubio le sonrió -Creo que no lo redacte muy bien.

—Gracias Thomas, no tenías que venir hasta aquí

Él asintió

—Eso era todo, nos vemos, linda.

Ella se sonrojo y lo saludo con la mano. Pero no se había dado cuenta que tenía los brazos descubiertos. Thomas miro hacia ahí y vio sus hematomas. Eran muchos y muy notorios. Adalia quiso taparlos pero ya era tarde, él ya los había visto.

—¿Qué es eso?.

Mencionó, mientras tomaba el brazo de la chica. Ella intento esconderlo, pero era ya no tenía sentido mentirle, además ¿de que serviría?.

Ella ya no tenía fuerzas para mentir. Ya no tenía fuerzas para vivir.

—Dime que eso no te lo hizo el estúpido de tú novio— Ella se encogió de hombros —Dios, Adalia ¿Qué fue lo que paso?.

—N-a-da, na-d-a— Dijo quebrándose.

—¿Nada? ¿Que no ves esas marcas? ¡Adalia, por favor, mirate!.

—No es nada. Solo vete, por favor.

—No me voy a ir. ¿Te piensas que soy idiota? ¿Te piensas que no veo cómo te trata tu novio? ¿La forma en la que te controla? ¡Él esta enfermo, esta obsesionado!.

—Thomas, por favor, vete, no lo hagas más dificil.

—Me voy entonces, al parecer Alvaro no es el único enfermo aquí.

Y así se fue, dejándola aún peor que antes. Sufriendo más que antes.

***

Alvaro sonrió al sentir las caricias de Sussie alrededor de su pecho. Él estaba sentado en una de las sillas del bar donde había concurrido, no estaba ebrio, algo que sus amigos no podrían decir.

Había conseguido una diversión esa noche, una morena de ojos oscuros y cuerpo bien entrenado. Al parecer el muchacho de ojos marrones no recordaba que tenía una novia. No recordaba cómo la había dejado y todo el dolor que le producía a ella.

O quizás sí, pero no le importaba ¿Entonces por qué estaba con ella? ¿Que tan rota tenía que estar Adalia para que él sea feliz?

¿Por qué no la dejaba? Él podría estar con cualquier chica que quisiera.

Pero, él la quería a ella solo para él.

Aun qué al parecer no tiene muy bien el concepto de querer ¿La quería y por eso la golpeaba? ¿Eso era amor para él?

Y para ella ¿Qué es el amor? ¿Alvaro le daba amor? Obviamente no.

Ojalá ella lo pudiera ver.

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