𝖳 𝗋 𝖾 𝖼 𝖾

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× De acuerdan que algunas one-shots no iban a tener sentido alguno pues no sé, siento que esto es así ajankakala.

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𝙲𝚞𝚛𝚒𝚘𝚜𝚘 𝚌𝚊𝚛𝚒𝚗̃𝚘.

Todos en comisaría sabían que el superintendente tenía una rara relación con uno de los subinspectores y eso estaba bien pues su humor había mejorado considerablemente, seguía siendo estricto pero no una bestia salvaje echa humo que destroza todo lo que ve o eso creía todo mundo hasta que se dieron cuenta de que esos dos estuvieran juntos sólo era el preludio del apocalipsis, para Jack Conway el peor martirio de su vida.

Los últimos meses habían sido la gloria para todos, Jack adoraba pasar tiempo con Gustabo pero el apesar de también quererlo era mucho más seco y no demostraba tanto lo que sentía, Horacio lo confirmaba.

- ¿Qué haces Gustabo?

- Empacando, me voy- explicó de forma rápida y concisa. Dejando a Jack desconcertado.

¿Han oído eso de que si no lo tienes más lo quieres y que cuando lo tienes ya no lo quieres? Es un trabalenguas pero así mismo es como se sentía Jack ahora, después de todo él mismo le había pedido de forma nada amigable que fuera más claro con lo que quería y que dijera lo que pensaba, claramente sin saber que en la cabeza del rubio nada estaba en su lugar y que era un caos andante. Ahora en silencio observaba como su pareja empacaba todas sus cosas para poder irse de aquel departamento caro, pensaba en muchas cosas y así como le había pedido a Gustabo cambiar su actitud y que fuera más abierto, en este momento estaba deseando tragarse sus palabras para después ser tragado por la tierra.

Cómo siempre eso no sucedió pero a Gustabo si que se lo comió la tierra y era por eso que toda la comisaría se encontraba sumida en un aura de malas energías, incluso harían un exorcismo en el despacho de lucifer, en todo caso, el superintendente Jack Conway.

- Ya ¿En qué nos afecta?- preguntó Volkov ajeno a todo el escándalo que hacía sus compañeros.

Todos en la sala decidieron ignorar la pregunta, era cierto que el comisario estaba más que acostumbrado a la actitud de su jefe pero esperaban tuviera una solución y no se volviera masoquista. Quizás el no tenía arreglo pero todos los demás tenían derecho a cambiar de vida y no sufrir problemas mentales.

- ¿Estamos locos o qué?

Antes de que alguien dijera algo, el subinspector Horacio entró al lugar traía mala pinta así que todos decidieron ir a buscar su lazo para ahorcarse. El de cresta ajeno a lo que pasaba en comisaría se encaminó al despacho de su jefe, extrañamente sin avisar ni estar dentro de servicio.

Horacio estaba nervioso, le sudaban las manos y en el proceso también las placas que llevaba en una de ellas, temeroso tocó la puerta del despacho del superintendente.

- Pase- la voz gruesa detrás de la puerta sonaba terriblemente mal, Horacio tragó saliva y entro.

- Super- le tembló la voz pero aún así hizo el esfuerzo de caminar y dejar las placas en la mesa- el dijo que renunciaba- su voz salió en un susurró pero aún así fue oído por el superintendente. Por la expresión del mayor, Horacio se armó de valor para seguir con aquel teatro y salió a paso veloz, fuertes pisadas y para terminar cerro la puerta en un portazo, hundido en pánico salió corriendo llamando la atención de toda la bola de chismosos que servían como policías.

ONE-SHOTS [ⁱⁿᵗᵉⁿᵃᵇᵒ]Where stories live. Discover now