𝖳 𝗋 𝖾 𝗌 .¹

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× Capítulo largo; dividido en dos.

× Violencia y descripciones grotescas (no tan grotescas pero siguen siendo grotescas).

× Mención de The Union.

× Muerte y más muerte.

× Siempre uso un lenguaje vulgar pero trato de no usarlo mucho.

× ¿Cómo se celebra un campeonato? Atte: el cruz azul.

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𝙻𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚝𝚎 𝚍𝚊 𝚜𝚘𝚛𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊𝚜, 𝚜𝚘𝚛𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊𝚜 𝚝𝚎 𝚍𝚊 𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊.

Era muy común verle pasar por la esquina del viejo barrio, siempre con ese porte serio y su caminar firme tan característico que le daba un toque sensual, sus manos siempre se encontraban en los bolsillos de su gabardina para que así nadie supiera en cuál de ellas guardaba un arma, no importará si fuera un puñal o una pistola; usaba un sombrero de ala ancha de medio lado y zapatillas por si había problemas salir volando, llevaba lentes oscuros que le daba un toque misterioso y así nadie supiera que miraba.

Jack Conway se paseaba por la acera, en ese entonces era el superintendente de la ciudad de Los Santos, una ciudad caótica que gracias a ese misterioso e imponente hombre se mantenía en una extraña paz, una que daba escalofríos, como si se tratará de un mal augurio.

La ciudad de Los Santos advertía a todos que pronto una catástrofe estaría por pasar, nadie se fijaba en lo lento que pasaba el tiempo.

Jack Conway caminaba sólo hasta su casa después de haber terminado con un operativo, supondría que lo que su hijo le tenía que contar era tan importante como para interrumpir su día en el trabajo. Al llegar a casa encontró a su hijo jugando en la computadora y haciéndole compañía con gran alegría un rubio de mirada azulada que para el Superintendente era el amor de su vida. Cómo pocas veces sonrió, dejando ver un diente de oro que brillaba delatando a aquel galante hombre.

-Papu, volvió.- dijo con alegría Horacio, su hijo, mientras se levantaba para poder recibirlo.- Gustabo me ayudó a terminar mis tareas de la universidad.

-Espero haya sido así, no quiero recibir mala notas de nuevo.- amenazó Jack, con aquel porte duro e inquebrantable de siempre.

-Confíe en nosotros, viejo.- intento aligerar el ambiente Gustabo, mientras abrazaba a su pareja.

Jack no dijo más y entre los dos menores le consintieron toda esa tarde, aveces contándole de su día, escuchando sus quejas sobre la malla e incluso Gustabo se prestó para darle mimos cariñosos, mientras Horacio idolatraba al mayor de todos, esa era la rutina de siempre, relajar al mayor en cuanto llegará a casa para que descansará del gran peso que llevaba en sus hombros al tener el puesto más alto en el CNP. En un principio fue difícil adaptarse a esa vida, Horacio estaba acostumbrado a ver a su padre de muy mal humor, Gustabo se la vivía en la calle viviendo de tanto negocio pudiera para llevar alimento a la boca mientras que Jack cargaba con el peso de cuidar de la ciudad y de su hijo, con el miedo de que algo le llegará a pasar al menor, cuando sus caminos se cruzaron fue difícil creer que llegarían a tener una buena vida, una sin tanto ajetreo.

ONE-SHOTS [ⁱⁿᵗᵉⁿᵃᵇᵒ]Where stories live. Discover now