—Es Troy.

—Sí, ese.

¿Tan distante había estado de él?

Porque en el momento que mis brazos se cruzaron alrededor de su cuello, y mi pecho se acomodó sobre el suyo...me sentí feliz. Estaba ansiosa por estar más cerca de Ethan y de que fuéramos esa pareja que siempre esperé.

—Te...—empecé.

Pero terminó él.

—...Quiero.

Nos besamos olvidando por completo que el tiempo no estaba de nuestro lado.

—Estás más seca que ayer —esa voz me sobresaltó.

Mi compañero de química llegaba tarde a clase. No comprendí porque la profesora lo dejó entrar, cuando a mí (miles de veces) me había dejado fuera por llegar algo tarde.

Troy sonrió dulcemente, sacó los libros de su oscura cartera e invadió el trozo de mi mesa con su brazo. Le di un codazo buscando mi espacio. Llegaba a ponerme nerviosa. El bolígrafo que utilizaba llegó a clavarse en mi piel un par de veces.

— ¿Qué quieres?

Sí, lo estaba ignorando.

Pero no aguanté mucho.

—Tenemos que entregar el trabajo. Cosa que no hicimos...—comencé.

Troy jugueteó con el recogido que llevaba.

—Por culpa de tu amigo.

—Novio —gruñí.

— ¿Sabes qué significa eso, verdad?

Alcé los hombros.

Lo que él no esperaba era que el trabajo estaba más que terminado.

—Sorpréndeme, Troy.

—Que tendremos que quedarnos después de clase durante un mes.

Los acelerados pasos de la profesora silenciaron nuestra conversación. Golpeó los puños contra la mesa y nos lanzó una mirada que realmente daba miedo. Parecía Satán recién salido de la peluquería; con un moño baño encrespado y un par de rizos que le cubrían el flequillo.

—Mis dos mejores alumnos —rió ante su comentario sarcástico. —A ver —estiró el brazo—, el trabajo para clase.

Mi compañero se puso a silbar, esperando a que lo ayudara.

Con una sonrisa triunfante le tendí el dosier que Ethan preparó para mí. Troy ni siquiera se lo podía creer, y la profesora pestañeó repetidas veces ante el milagro que había pasado.

— ¿Freya...?

—Sí. Es el trabajo.

Dio media vuelta.

Se notaba que estaba ansiosa por llegar a su escritorio y corregir.

A Ethan se le daba muy bien la química. O es me dijo (en el instituto era su asignatura favorita).

No hablé más con Troy, y cuando las clases terminaron, salí corriendo (ocultándome hasta de mi amiga Ginger). Me colé en la sala de actos, y allí, junto a mi iPod, empecé a bailar.

¿Qué si había olvidado la estupidez que se me ocurrió?

¡No!

Para comprender a Ethan...tenía que ponerme en su lugar.

Empecé a dar vueltas; a mover los brazos de una forma exagerada para que no se mantuvieran constantemente pegados a cada lado de mi cuerpo; a zarandear la cintura; a dar saltitos; y lo peor de todo...intenté mover el escote con el fin de sacudir mis pequeños pechos.

Freya Harrison acabó en el suelo.

—Pareces un pato mareado.

No me enfadé por el comentario.

Troy tenía razón.

—Ahora no, Troy.

Él siguió avanzando.

—Meses atrás hubieras matado por pedirme ayuda.

Cerré los ojos.

¿Matar? La última vez que maté una mosca estuve días llorando.

—No necesito ayuda de nad...—las palmas de mi mano estaban rascadas por la caída. —Me gustaría aprender a bailar.

—Yo te puedo ayudar.

— ¿Tú?

¿Desde cuándo Troy sabia bailar?

—Puedo ser tu Johnny de Dirty Dancing.

—Mi Johnny se llama Ethan Evans.

En un cerrar de ojos, el brazo de Troy envolvió a mi cintura y me pegó a él. Nunca había estado tan cerca de su rostro. Sus labios parecían más carnosos, y sus pestañas más largas.

—Prometo mantener lejos mi mano de tu respingón culo.

— ¿Crees que tengo el culo respingón?

¿Quién no se había mirado el trasero a través de un espejo? Pero ayudaba mucho más que alguien te lo viera desde otro ángulo.

Troy siguió riendo.

— ¿Estás intentando ligar conmigo, Freya?

« ¡Responde!» Seguí mirándolo. «Antes de que crea que sí


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora