Prólogo

436 23 4
                                    

Mi filosofía es bastante sencilla, pienso que la vida puede ser la mayor desgracia que puede ocurrirte, o lo mejor a lo que puedes expirar.
Yo estoy como en un intermedio, puedo ser la persona más feliz del mundo, pero siempre notaré el vacío dentro de mí.
Pero así es la vida, son buenas y malas rachas.
Me gustaría que se hiciera más fácil, pero todavía duele, nunca se olvida del todo.
Recuerdo a mi padre como una persona muy feliz, siempre tenía esa sonrisa en la cara, daba igual lo que le pasara. Pero yo no puedo ser así, la felicidad es complicada, como el tiempo y la vida. No sé si el también fingía serlo.
Conozco a mucha gente que lo hace, fingirlo, por eso os hablo de esto, no sé si alguna vez habéis sentido esa sensación de vacío, cuando piensas que no le importas a absolutamente nadie, que si mueres, al o mejor los primeros días les afectaría a las personas, pero con el tiempo se olvidarían de ti, y solo les quedaría el recuerdo de la chica suicida.
Pero un día, un día de invierno, conocí a la persona más triste y maravillosa que he conocido nunca, que hizo que mi vacío desapareciera, siendo el suyo más grande. Pero lo que más me extraño de todo era que él era infeliz, pero conseguía sacarme de esto, no sé cómo lo hacía, pero con solo ver esos ojos verdes, la sonrisa era instantánea. Como una bofetada inesperada en el cara, un golpe de agua fría en verano, el cigarro de después del instituto, no sé cómo expresar esa felicidad que despertaba, pero me encantaba. Me enseñó a no juzgarme, a ser quien soy en realidad y a ser fuerte, pero él era el que más lo necesitaba.

Aunque a veces, ni él puede conseguirlo, y tengo miedo de volver a caer.
Mi abuela siempre decía que cada persona nace con una misión, y un milagro, y me di cuenta de que yo era su misión y el mí milagro.

Vicio y Vacío.Where stories live. Discover now