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—Me estoy arrepintiendo de aceptar eso de los cinco—dije sentada en la cama acariciando mi gran barriga.

Ya llevaba casi nueve meses por lo que el parto sería dentro de poco y solo podía pensar que era el primero de cinco.

—Luego no lo lamentarás—dijo besando mi cabeza.

A mis ventitrés años estaba embarazada de un niño. Estaba harta de ir con la panza por la casa, así que comencé a hacer uso de las sirvientas para que me trajeran las cosas necesarias y la comida.

—¿Quieres algo?—preguntó Jungkook tumbándose a mi lado.

Jungkook había cambiado algunas reuniones para estar la última semana conmigo. Taehyung se estaba encargando de la mayoría de las cosas, aunque tenía también que atender a su mujer, la sirvienta.

—Chocolate—dije haciendo un puchero.

Jungkook ya tenía ventiseis años, se había encargado del reino perfectamente y eso había fomentado las negociaciones con países de todas partes. Jungkook volvió con unas onzas de chocolate y se sentó en el borde de la cama conmigo.

—Jimin se mueve mucho—dijo al ver como me daba una patada.

Asentí comiéndome el chocolate tranquilamente. Jungkook besó mi tripa y después se acercó a mis labios robándome chocolate.

—No me robes—dije agarrando sus cachetes.

—No te robo, el chocolate lo traje yo.

Jungkook chupó mi mano para que dejara de apretar sus cachetes, asqueroso. Se levantó estirándose, llevaba la ropa real puesta pero iba en chancletas.

—Iré a ver como va Taehyung, duerme un poco. Estuviste la noche en vela, descansa.

No pude dormir por culpa de Jimin, se movía demasiado y no me dejaba ni siquiera tumbarme.

Un par de días después di a luz, Jungkook se la pasó llorando el parto completo. Cuando me dejaron a Jimin entre mis brazos no pude evitar llorar.

Ya llevaba dos días con Jimin en palacio, ese chico era hiperactivo o algo semejante. Se movía como loco, tocaba todo, lloraba cuando se aburría y dormía bien poco. Estaba con él paseando por el jardín, Jungkook estaba en una reunión con uno de los Reyes extranjeros que habían venido hasta nuestro reino para ver al grandioso Jeon Jungkook. La estrategia que inventé y la victoria se hizo una leyenda y varios venían a ver al Rey; aunque Jungkook siempre me daba los créditos de todo cuando preguntaban sobre ese tema.

—Jimin, mira es la lápida de tu tío Jimin—dije soltando una risita—Te extraño tanto...

—Reina, Jungkook la reclama—dijo una sirvienta llamada Susi acercándose apresurada.

Dejé entre sus manos a Jimin y corrí a la sala de reuniones con la ropa que llevaba puesta, una camiseta negra de un grupo de rock y unos pantalones negros vaqueros algo rotos. Mi pelo había crecido demasiado, ya me llegaba casi por la cintura y tenía pensado cortármelo.

—Buenos días—dije entrando sonriente.

Jungkook me sonrió, me senté a su lado y esperé a que me contara la situación.

—No hablo su idioma, tú eres la traductora.

Asentí y me preparé para traducir, un trabajo que ya frecuentaba.

—'Este Reino parece muy próspero y es de grandes magnitudes, ¿cual es su secreto?'

Traducí a Jungkook exactamente lo que había dicho.

—Pienso en el pueblo, paseo con mi mujer por las calles como ciudadanos para ver donde hay problemas y solucionarlos lo antes posible. Cada ciudad tiene sus propias cosas ya que tienen condiciones diferentes.

Sin duda sería una larga mañana...

En la noche me tiré en la cama y miré el techo con cansancio. Jungkook entró a la habitación un minuto después de mí y suspiró. Me incorporé quedando sentada en la cama. Jungkook se acercó y apoyó sus manos en la cama para besarme, un beso lento y profundo en el cual noté su sonrisa.

—¿Puedo pedir el segundo?—preguntó acariciando mi cintura levantando la camiseta.

Rodé los ojos y dejé que levantara mi camiseta hasta quitármela.

—Jungkook, eres adicto al sexo—dije cuando noté sus besos en mi cuello.

—Soy adicto a ti, que es mucho peor.

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—Venga Rei, ya terminaste—me dije a mí misma tras el parto de unos gemelos.

—Oye, ¿seguro que no eres una máquina de bolas?

Golpeé la cabeza de Jungkook haciendo que este riera.

—Ya tienes los cinco, ¿feliz?—pregunté con los ojos cerrados.

—Tuviste suerte del dos por uno—dijo haciéndome reír.

—¿Los otros tres?—pregunté.

—Taehyung y Yeraen. Esperemos que no pierdan ninguno.

Jimin ya tenía cuatro años y realmente era revoltoso, Iseul había salido más tranquila en comparación a su hermano mayor pero Hyomin era un cataclismo. Solo esperaba que Luca y Eric no dieran problemas. Habíamos escogido esos nombres por petición de Jungkook, vio una serie en la que esos nombres aparecían y se encaprichó; en fin, cosas de niños pequeños.

—Ya verás que gracia te va a hacer cuando salga un sexto por accidente.

—No va a haber accidente Jungkook, tú vas a usar condón—amenacé.

—¿Por qué!

—Jungkook, tienes treinta años, no me hagas un berrinche—dije sonriendo al ver como me traían a los gemelos.

¡Tenían pecas! Ya está, enamorada de mis propios hijos.

—Mira, por fin se parecen más a ti que a mí—dijo sacándome la lengua.

La verdad los otros tres tenían más rasgos de Jungkook. Sus labios, sus lunares, sus ojos...en cambio los tres tenían el pelo negro y ondulado. Pero los gemelos tenían mi nariz redondita, las pecas... aunque los lunares de la nariz y bajo el labio parecía ser ya algo de la familia Jeon ya que los cinco lo tenían.

—¿Sabrás diferenciarlos?—preguntó Jungkook al ver los lunares.

—Odio tus lunares—dije riendo.

—En el fondo te encantan.

King Jeon - "JK"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora