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A la mañana salí de la carpa junto con Peter, en la que también se encontraban Lucy y Susan. A nuestro lado pasó Oreius, el centauro que fue a rescatar a Edmund. Y eso solo podía significar una cosa, el cuarto hermano ya se encontraba aquí.
Oreius señaló la colina en la que ayer fuimos nombrados caballeros, ahí se encontraba Aslan conversando con Edmund.
Las hermanas Pevensie salieron de la carpa y la menor gritó a su hermano.
-¡Edmund!- Aslan y el nombrado voltearon.
El león le indicó que bajara y eso hizo, hasta quedar enfrente de sus hermanos y yo.
-Lo hecho, hecho está. No hay necesidad de hablar con Edmund de el pasado- Aslan se retiró.
-Hola...- Lucy fue la primera en ir a abrazarlo y después se unió Susan.
Dejaron a Edmund y este dirigió su mirada a mi, yo lo miraba seria. Sonreí y me acerqué a abrazarlo por unos dos segundo.
-Esto no significa que me caes bien- Aclaré.
-Tú tampoco me caes bien- Sonrió.
-¿Estás bien?- Le pregunté.
-Un poco cansado-
-Duerme un rato- Peter interrumpió -Y Edmund...trata de no alejarte-
Susan codeó ligeramente a Aurora.
-¡Ya déjame!- Todas reímos un poco y Peter se nos quedó viendo raro.
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-No se va a acabar el pan en Narnia- Desayunábamos tranquilamente, ahora sin la preocupación de que Edmund está en peligro.
-Y van a darles un poco de regreso- Habló Peter.
-¿Vamos a regresar a casa?-
-Ustedes se van...le prometí a mamá que los cuidaría y a la de Aurora también-
Bufé. -Pero yo puedo y quiero quedarme a ayudar-
-Ellos nos necesitan, a los cinco-
-Es demasiado peligroso. ¡Lucy y Aurora casi se ahogan!-
-¿¡Cómo que Aurora casi se ahoga!?- Dijo Edmund
-Larga historia- le respondió Lucy.
-¡Y casi matan a Edmund!-
-Por eso nos tenemos que quedar, He visto lo que puede hacer la bruja blanca- habló Edmund -yo le ayudé a hacerlo, no podemos dejar que estas personas sufran por eso- Lucy tomó su mano.
-Bueno, ya está decidido- Susan se levantó.
-¿A donde vas?- pregunté.
-A practicar-
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Practicaba con las espadas junto a los hermanos Pevensie.
-¡Edmund! ¡Aurora! ¡Peter!- gritaban los castores. El caballo de Ed se asustó.
-¡Wow! ¡Tranquilo, amiguito!-
-Mi nombre es Philip- le respondió el Caballo
-Oh, lo siento- Reí -No es gracioso- me miró molesto.
-Tienes razón, es muy gracioso- dije con afán de molestarlo.
-La Bruja exigió hablar con Aslan, viene en camino- Hablaba el castor.
Corrimos hacia la carpa de Aslan lo más rápido que pudimos.
-¡Jadis! ¡La reina Jadis!- gritaba un enano.
La bruja blanca se aproximaba en una gran silla, levantada por cíclopes. Ella bajó y se acercó al león.
-Tienes un traidor en tu gente, Aslan-
-Su ofensa no fue contra ti-
-¿Olvidas las reglas sobre las que se erigió Narnia?-
Aslan rugió -No me cites la magia a mi, Bruja. Yo estuve ahí cuando estuvo escrita- ¡Así es, grandote!
-Entonces recordarás que todos los traidores me pertenecen, su sangre es de mi propiedad-
-Trata de llevártelo- Peter sacó su espada.
-¿Crees que el uso de mera fuerza me negará mí derecho...pequeño rey?-Peter se quedó callado -Aslan sabe que no tengo sangre, como la ley lo exige...Todo Narnia se verá transtornado... Y perecerá en fuego y agua. Ese niño morirá- señaló hacia Edmund. - en la mesa de piedra...como es tradición. No te atrevas a rechazarme.-
-Ya basta, hablaré contigo a solas- Finalizó el león.
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Habían pasado varios minutos y Aslan y la Bruja no habían salido de la carpa. Yo estaba comenzando a preocuparme. Todos solo se dedicaron a esperar sentados en el pasto. Arrancaba pedazos de césped y se los entregaba a Lucy, ya no sabía que hacer. Luego, la carpa fue abierta por la Jadis, miraba fríamente a Edmund, Aslan salió detrás de ella.
-Ella ha renunciado a la sangre del hijo de Adán- Nos abrazamos con felicidad y el campamento entero comenzó y celebrar.
-¿Cómo se que cumplirás tu promesa?- Habló la mujer.
El león rugió, intimidándola. Ella no siguió hablando. Y se fue enojada.
Mientras nosotros seguíamos vitoreando y abrazándonos.
