Cuarto | Callejón Diagon

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Los siguientes tres meses fueron de maravilla para ambos, no hubo problemas desde la ultima vez que fueron al ministerio y nadie los molesto en la comodidad de la pequeña mansión en que vivían, eran completamente felices aislados del mundo.

Harry aprendió tanto de Severus esos meses que estaba seguro que pasaría el primer año sin nada de esfuerzo, se sentía mucho mas preparado y tranquilo para su llegada al mundo mágico a ojos de los demás, esta vez no dejaría que nadie lo pisoteara.

Severus también aprendió del menor, ahora podría decir que lo conocía perfectamente. Sabia cuando a Harry le sucedía algo solo con observarlo, sabia cuando no había dormido por sus pesadillas, aunque el menor tratara de ocultarlo y ver como el joven Potter hacia pucheros cuando lo descubría solo lo llenaba de diversión.

Para Severus, Harry era un pequeño prodigio, sus lecciones en su materia iban tan bien que podía elaborar algunas recetas de tercer año y eso lo colocaba inmensamente satisfecho, también había logrado mejorar la educación y modales del menor, era completamente diferente al niño enfermo y asustadizo que vio ese día en el banco.

Las pociones y la buena nutrición que Harry tomaba le habían ayudado demasiado, ya no era un niño escuálido solo en huesos, ahora era un poco mas grande, se notaba en su piel la salud que un niño debía tener y el daño hecho en sus huesos ya estaba por completo curado, aún así tenia que seguir tomando las pociones de nutrientes por un año completo.

El día del cumpleaños de Harry llego tan tranquilo como los anteriores, desde hace una semana Severus debía ir al colegio por reuniones y volvía después de medio día así que no se sorprendió cuando el elfo domestico de ambos le suministro su desayuno y luego sus pociones, en ese tiempo libre Harry aprovecho para hablar con su compañera, había habilidades que aún debía practicar y la privacidad en su habitación sin el adulto en la mansión le ayudaban a eso.

Una lechuza golpeo su ventana y de inmediato la abrió notando la carta de Hogwarts, ya solo faltaba un mes para poner el mundo del come caramelos de cabeza y estaba más que ansioso.

Querida profesora McGonagall

Es de mi placer aceptar la plaza para el estudio en tan estimada escuela, espero que los siguientes siete años sean llenos de la mejor educación.

No es necesario que envíen a alguien por mis materiales, mi tutor se encargara de ellos, gracias de ante mano por su preocupación.

Sinceramente

Harry J. Potter

Heredero de la antigua y noble casa Potter.

La carta de aceptación la mando de inmediato con la misma lechuza, la emoción corría por sus venas y quería que Severus legara pronto para poder ir por sus materiales.

Cuando el mayor llego a la mansión fue recibido por los brazos de Harry mostrándole su carta, ya estaba acostumbrado a los abrazos cuando llegaba y de inmediato los correspondía, en esos meses el cariño por Harry había crecido tanto que lo quería tanto como a un hijo.

"Muy bien, almorzaremos e iremos a comprar lo demás, ¿Debo suponer que terminaste la lectura que te deje?"

Harry rio por eso, pero asintió, cada dos días Severus le dejaba "Tarea", no le importaba ya que con eso no se aburría sin nada que hacer, y Muerte muchas veces no le contestaba diciendo que estaba "ocupada"

Con un asentimiento y una sonrisa ambos pasaron al comedor, ya el almuerzo estaba listo. La rutina del menor con las pociones era rigurosa, después de desayunar debía tomar dos: La de nutrición y la de vitaminas. Antes de almuerzo debí tomar otra nutricional y a la hora de la cena una con proteínas. Su cuerpo ya se veía lleno como un niño de once años, aunque aún era algo pequeño para su edad.

Maestro de la Muerte || Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora