Capítulo 3

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ADRI

Mierda, ese vestido me estaba volviendo loco. Si me hubiese ido con ellas de compras no habría sobrevivido ni de broma.

Ángela se había ido con Claudia al salón y yo estaba solo, porque había perdido a Hugo de vista. Solo sabe que tomarse copas de más y encontrar a una chica, llevársela a una habitación y... Ya se sabía lo que pasaba después.

De puta madre. Tener mejores amigos para esto.

Vi a Ángela de pie y enfrente de los sofás. Se revolvía incómoda y no paraba de tocarse el pelo. Se notaba que no se sentía muy a gusto desde que habíamos llegado.

Yo tampoco lo estaba. Mis ojos se dirigían hacia su pelo, sus labios y su culo. Lo siento, tengo que ser sincero.

Soy un tío. La testosterona nos afecta de más a los de mi edad, y en ese momento estaba cachondo, joder. Ella acababa de llegar hace una semana y yo parecía un acosador por mirarla tanto.

Estaba preciosa. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Decidí irme a la cocina y tomarme unos cuantos tragos de agua. Necesitaba aclarar las ideas. Quizá tendríamos que habernos quedado en su piso, recostados en el sofá y discutiendo sobre si los vampiros o los lobos son mejores.

En esa fiesta había visto a gente con la que había tenido problemas en el pasado, y no quería que me viesen otra vez. No por lo que pasó.

—¡Tío!

Álex me dio un apretujón en el brazo con la mano y me quitó el vaso de agua para reemplazarlo por un vaso lleno de vodka. Lo miré con una mueca.

—No bebo.

—Venga, no seas aburrido. Antes bebías y molabas.

—Déjalo, tío.

Me llenó el vaso, derramando un poco de alcohol por mi camiseta de lo borracho que estaba. Mierda, ahora apestaba a alcohol. Me había estropeado la camisa blanca y mi buen humor se estaba esfumando.

—Uy, lo siento.

Se empezó a partir el culo delante de mí mientras yo intentaba que no se cayese al suelo. Le pasé un brazo por el hombro y lo puse derecho. 

Él es mi amigo desde hace un año. A ver, es un buen tío, te echas las risas con él y vemos todos los partidos de baloncesto juntos, pero a veces se puede comportar como un imbécil.

De hecho, se iba a comportar de ese modo en unos instantes:

—Mírala.

—¿Mirar a quién?

Sus ojos rojos estaban entrecerrados, observando algo delante nuestra. Hice lo mismo y solo pude ver los sillones del centro del salón, a Ángela de pie con un dedo señalando a Alice y a Claudia durmiendo y apoyando la cabeza en las piernas de un chico que no conocía.

¿Cómo podía dormir con la música? No lo entendía. 

Empezó a molestarme que Álex mirase hacía allí, aunque ni siquiera sabía a quién miraba. Pero me daba mala espina. De hecho, cuando se trataba de él, todo daba mala espina.

—Solo hay gente. 

Le dije, volviendo mi mirada hacia él. ¿Se puede saber que miraba tanto?

—Tiene un culo de muerte y está buenísima. ¿Es la nueva no?

Puto Álex. No podía fijarse en Ángela. No quería que ella pasase una mala noche por su culpa, porque iba a lo que iba. Es el típico rompecorazones popular del instituto, así que no.

Nosotros, imparables ||EN PROCESO||Where stories live. Discover now