Danza.

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♡•°.: → TodoBaku en danza es tipo...

Además de estar todo el día en la computadora haciendo trabajos, Katsuki quiso hacer algo diferente. Se lo comentó a su novio, y este le dio un par de ideas, como practicar un poco de volley con él o dibujar. Rechazó ambas. No es que no le gustasen, pero aquello era cosa de Shōto, no de él. 

— Entonces danza. — la mirada heterocromática se mantenía en su cuaderno, boceteando algo que parecía ser... su novio, como siempre. Katsuki le miró un par de segundos, una escena llegó a su mente, y sus mejillas pronto se coloraron. Shōto alzó su mirada hacia su chico, quien poco a poco parecía un tomate.

— ¿Pasa algo? — el mayor negó, volteándose hacia el monitor y buscando rápidamente algún lugar donde tuviesen alguna clase de aquellas. No estuvo más de quince minutos buscando hasta que encontró.

— Danza será. — y es que el menor pensaba que, con lo flexible que podía llegar a ser su novio, aquello le venía genial.

Las clases empezaron pronto. Estaban fuera de su horario de estudio, y fuera de lo que era su tiempo con su pequeña familia, por lo que de verdad le venía muy bien para relajarse de la universidad y sus trabajos.

Katsuki se esforzaba mucho, y aquello lo podía notar Shōto. Siempre se esforzaba en todo para que le saliera totalmente bien, y realmente se notaba a kilómetros.

El menor se encontraba apoyado de la orilla de la piscina, dentro del agua. Aquél había sido un día realmente caluroso y le comenzaba a coger el gustito a ese hondo lugar. Frente a él, el cenizo practicaba una y otra vez una coreografía que necesitaba tener lista para el día siguiente; primeras dos semanas, y ya tenían una presentación.

El día anterior había faltado a una clase por algo de urgencia, así que no sabía exactamente qué habían hecho, tampoco tenía a alguien que le dijera, ya que no tenía ningún interés en formar lazo de algún tipo con las chicas del lugar. Por aquello, simplemente se dedicó a practicar todo lo que podía hasta el momento de la presentación.

Llegó la mañana, y aquél día debía de estar en el lugar más temprano, por lo que se alistó, preparó rápidamente comida para su novio, así comía algo antes de ir a verle, y se marchó, no sin antes dedicarle un beso a su chico, y una caricia al cachorro.

— Bakugō-san. — una voz femenina llamó su atención mientras acababa de cambiarse. Se volteó hacia ella con el rostro serio. — Se nos hace tarde, debemos ensayar antes de la presentación.

El cenizo gruñó levemente y volvió a lo suyo.

— Ya lo sé, no soy idiota. — dicho esto, caminó en su dirección, pero pasando de ella. Era uno de los últimos ensayos que tenían y para ese punto debía de ser perfecto.

— A-Ah, cla-claro, Bakugō-san, pero-... — el chico la miró una vez más. Su nerviosismo no ayudaba con lo presionado que se sentía. Aquellos dos eran los principales y los que llevarían toda la presentación, y el hecho de que su compañera no dejara de llamarle de aquella manera y tartamudeando, solamente le ponía de mal humor.

La chica calló, y el cenizo continuó su camino, con ella a la siga. Llegaron hasta donde estaban las demás ensayando, y se dio cuenta de algo; más de la mitad de la coreografía había cambiado completamente. Katsuki se volteó en busca de respuestas, la chica simplemente sonrió nerviosa.

— Traté de decírtelo, pero no me dejaste. — el chico gruñó y simplemente asintió. Intentó aprenderse la coreografía nuevamente, siguiendo a las demás y las instrucciones que le daba su compañera. No fue tan difícil, pero había partes que —para el momento de la presentación— aún no tenía muy claras.

— Saldrá bien, estaré todo el tiempo haciéndote señas por si no recuerdas algo. — anunció la chica, dándole un pequeño apretón en los brazos y una sutil sonrisa.

— Sí, sí, como digas. — se alejó levemente de ella, odiaba el contacto físico en exceso de parte de desconocidos. Sólo dejaba que su novio le tocase por más de tres segundos. Pronto comenzó la presentación. Habían muchas personas y estaba algo nervioso, hace mucho no había tanta gente observando algo que estuviese haciendo.

La suave música comenzó y, apenas levantó la mirada, se encontró con la heterocromática y una oscura. Su pequeña familia estaba ahí también. Sonrió levemente e intentó concentrarse en lo que debía de hacer. Todo fue bien, hasta que en cierta parte, su mente se enredó, y todas hicieron algo distinto a lo de él, por lo que tuvo que improvisar. En aquella casi se va todo a la mierda, pero lograron salvarla un poco.

Cuando acabó la presentación, su maestra de danza las felicitó a todas, menos a él, a quien regañó diciendo que no debía de faltar a las clases, y que por culpa de aquello, casi comenten un error en la coreografía. El coraje se implantó en el pecho del chico y, como acostumbraba a hacer, se defendió.

— Cállese señora, se puede ir muy a la mierda usted y su puta clase. El hecho de que haya faltado fue por algo urgente con mi familia, y tampoco tengo diez años como para que venga aquí a regañarme. Tengo veintuno y sé la mierda que tengo que hacer. En cambio, usted no vaya y cambie toda la puta coreografía cuando el principal falta. — dicho esto, volteó su mirada hacia las chicas que estaban detrás de él. Pudo notar una pequeña sonrisa de agradecimiento, cosa que no comprendió del todo, pero no les tomó importancia y simplemente pasó de ellas.

— Ah, y no vendré más a esta mierda.

Luego de haberse cambiado, buscó a su novio entre las personas que estaban aún en el lugar. Seguramente eran familiares de las demás chicas. Cuando encontró al menor, salió corriendo en su dirección y le abrazó, escondiendo su rostro. El bicolor sonrió levemente y acarició su cabello.

— Estuviste genial.

— Nos cambiaron la coreografía.

— Pero lo hiciste bien. — la dulce voz del menor logró sacarle una sonrisa. Alzó su mirada y, con orgullo, habló.

— Claro que lo hice bien, soy Bakugō Katsuki, futuramente, Todoroki. — Shōto le miró un par de segundos, para luego plantarle un tierno beso. Aquél chico no sabía qué hacía, pero cada día le encantaba más.

De vuelta a casa, Katsuki le contó todo lo que había sucedido desde la mañana.

— Me saldré de ahí, es una puta mierda. — el bicolor ladeó levemente su cabeza, mientras prestaba atención a sus palabras y a la carretera a la vez. De repente, recordó algo.

— Ah, sí. Una de tus compañeras se me acercó, no sé cómo supo que era alguien cercano a ti, pero me dijo que ellas te agradecen por haber dicho lo que hayas dicho a la maestra de danza. Ninguna había tenido el valor de hacerlo hasta este momento. Me contó que siempre les cambiaban la coreografía dos días antes de una presentación y aquello ya les tenía hartas. Así que prácticamente eres su héroe. — en aquél momento, el cenizo comprendió la sonrisa en cada una de ellas.

— Pues... Esa vieja se merecía lo que le dije.

— ¿Y qué le dijiste?

— Nada importante. — sonrió satisfecho, para luego prestarle atención al cachorro que mordía sin fuerza, ni intenciones de dañar, su dedo.

Algo bueno había sacado de aquello.

Algo bueno había sacado de aquello

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