Cosplay.

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♡•°.: → TodoBaku intentando hacer cosplay es tipo...

El cenizo descansaba su cabeza sobre el hombro izquierdo de su novio mientras acariciaba al cachorro y observaba los dibujos del menor. Había uno en especial que llamaba la atención bastante, y es que parecía como hecho para ellos. 

Se reincorporó y tomó el cuaderno del chico, haciendo que este le mirase. Repasó cada detalle de aquél dibujo tan bonito que estaba haciendo su chico en ese momento.

— ¿Qué tal si intentamos hacer los trajes? — murmuró, concentrado en los colores y formas. Shōto le miró con los ojos brillantes. Katsuki volteó a verle y le sonrió.

— ¿Sabes cuánto tiempo he estado esperando a que me digas eso? Desde la academia vengo dibujando lo mismo cada que puedo, y pensando en hacer aquello, pero no sabía si te gustaría. — Katsuki soltó una pequeña risa y asintió. Dejó al cachorro en brazos de su padre y se levantó, caminando hacia la puerta del cuarto.

— Prepara a la bola y a ti porque vamos a comprar cosas con la tarjeta de tu viejo. — anunció el cenizo antes de salir por completo y bajar a por el coche. Shōto se quedó procesando aquello último, para luego recordar que aquél mes su padre había decidido dejarle su tarjeta.

Se levantó rápidamente, se cambió con algo más fresco, tomó el arnés del cachorro y tu tarrito de agua portátil, y salió detrás de su novio. Aquella tarde pasaron aproximadamente tres a cuatro horas en busca de telas, prendas y accesorios necesarios que les servirían. Además de algo con qué podes unir todo sin que se terminara rompiendo a la primera vez que los usaban.

Estuvieron más de tres días diseñando y creando aquellos hermosos trajes que habían ideado el bicolor. Pero, cada noche en vela había dado sus frutos, y estos ya estaban más que listos para ser probados por la joven pareja.

— Quiero llorar-... — la voz del menor llamó la atención del cenizo, quien se volteó a mirarle apenas le escuchó. Ladeó levemente su cabeza ante esto, desconcertado pero, cuando vio que realmente su novio tenía los ojos llorosos y lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas, se preocupó. Avanzó rápidamente hacia él y le sujetó el rostro con delicadeza, secando su piel.

— ¿Por qué lloras? — Shōto, quien había quedado en un tipo de trance, sacudió su cabeza y secó él mismo las lágrimas que habían caído.

— No, nada... Sólo recordé algo. — le sonrió con sutileza, para luego tomar las manos de su contrario, acariciando estas. — Se te ve muy bien.

Katsuki no pudo evitar sonrojarse. Si bien siempre escuchaba de su chico aquellos tipos de alagos, no se acostumbraba del todo, y le hacía poner tan nervioso como la primera vez que lo hizo. El bicolor le dedicó un suave beso, cuando sintió los agudos ladridos de su pequeño, llamando la atención de ambos.

Al mirarle, pudieron contemplar un lindo disfraz de un bebé dragón rojo. Shōto sonrió con dulzura y nostalgia ante esto. Tomó al pequeño en sus brazos, y luego miró a su pareja, quien miraba con cierto amor al cachorro. Aquella mirada se volvió más cargada, y esta vez dirigida hacia él.

Sus ojos se cristalizaron nuevamente, haciéndole soltar una risa nerviosa. El cenizo frunció levemente su ceño, pero su mirada no dejaba de ser la misma.

Para Shōto, su chico se veía tan jodidamente bien en aquél traje, que no podía evitar recordar una que otra escena que había leído o escrito en aquella época de la academia. Simplemente era cuestión de recordar y sus ojos parecían brillar más de la cuenta.

Katsuki tomó a su pequeño entre sus brazos, y lo dejó a un lado, sobre la cama, para luego volver con su chico, abrazándole por el cuello, creando una reacción casi instantánea en él para que rodeara su cintura.

— ¿Ya dije que te amo? — murmuró el cenizo, juntando su frente con la del bicolor. Este sonrió, cerrando sus ojos al instante de este.

— Unas mil veces. ¿Ya dije que yo te amo más? — respondió de la misma manera. Entonces hubieron unos segundos en silencio, hasta que Katsuki volvió a hablar.

— No lo sé, no estoy muy seguro. — Shōto soltó una ligera risa. Quitó una de sus manos que iban en la cintura del cenizo, y la posó en su mejilla, acariciando esta.

— Pues sí, yo te amo más. — sus sonrisas —aunque no se pudiesen ver el uno al otro— eran auténticas y cargadas de amor. Siempre se lo decían, siempre se lo demostraban pero, por alguna razón, aquél día, de aquella manera, con aquellos trajes de una época medieval, se sentía más fuerte todo.

Como si algo les hiciera apegarse más al otro de lo normal.

Como si algo les hiciera apegarse más al otro de lo normal

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Mmmeeeee salió como el reverendo pico.

En fin.

—Mis traumas han entrado al chat—.

Ayuda, cuándo se supera DNNE-.

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