Capítulo 7. 12 Horas

1.4K 126 0
                                    

— ¿Segura que estás bien Lena? —le preguntó Viridis a Lena, observándola con preocupación. Otra oleada de emoción recorrió a Lena, al darse cuenta que ella sabía su nombre y quizás más de lo que podía imaginar. Asintió sin palabras, porque temía comportarse de manera vergonzosa frente a ella.

— Viridis, la has dejado muda. ¡Intenta tener cuidado la próxima vez! —la reprendió Leonardo con enfado, intentando hacer reaccionar a Lena, que estaba sentada en un sillón del vestíbulo de la casona. Tanto Viridis como Newén lo miraron venenosamente, pero él les hizo caso omiso.

— Ella es fanática tuya, tiene todos tus discos, ha visto cada película y presentación en la que has estado. Ni siquiera por alguno de los One Direction o Justin Bieber siente tanto amor como por ti, lo cual es extraño —reconoció Newén—. Y fue al concierto que hiciste en Viena. ¿Recuerdas? —le preguntó a Viridis; ella ladeó su cabeza con análisis y sonrió.

— Lo recuerdo bien ese concierto, luego de eso Joshua intentó matarme y Valquiria por poco acaba con su existencia —respondió risueña como si aquello no hubiese significado peligro alguno. Lena se horrorizó ante la idea de Josh matando a Nayra, o Viridis... aún estaba confundida de cómo llamarla.

— ¿Y se puede saber que haces aquí, Reina del drama? —inquirió Leonardo. Viridis le mostró el dedo medio de su mano, sin ganas de discutir sobre los apodos que le ponían en el mundo del espectáculo, y luego buscó en su saco dos cartas, una para Newén y otra para Leonardo, que estaban cerradas con sellos de cera y la sigla SF.

— Les he traído el correo, ahora márchense a leerlo —comentó moviendo sus manos, y al ver que ambos habían palidecido y se tensaron, resopló con impaciencia para empujarlos suavemente.

Tanto Leonardo como Newén continuaron caminando mecánicamente hacia las escaleras, con rumbo a la biblioteca. Viridis los siguió con la mirada, hasta que finalmente suspiró y se centró que Lena que parecía un poco más recuperada.

— Hace tiempo que quiero conocerte, pero tu hermana solo gruñía y se quejaba de que sería una distracción en tu vida —comentó Viridis, viéndose chispeante y desenvuelta como si ya estuviese acostumbrada a la presencia de Lena, aunque Lena aún no lo estaba con ella. De repente, Viridis observó la hora y miró a Lena con diversión—. ¿Qué te parece si tomamos un té? Así conversamos y nos conocemos mas —propuso.

— Yo ya te conozco —murmuró Lena, poniéndose de pie con torpeza.

— No cariño, tú conoces a Nayra, pero hay mucho por conocer de Viridis, por ejemplo, de la vez que Valquiria y yo nos escapamos de la academia para ir a una fiesta en Francia, Leonardo y Newén se enteraron tarde y estuvieron enojados con nosotras por dos semanas —se encogió de hombros con inocencia aunque en su expresión había una sonrisa divertida. Lena parpadeó aún impresionada de tenerle junto a ella; sonrió suavemente y asintió sin dudar. Viridis festejó como una niña y tomó la mano de Lena para arrastrarla hasta la cocina. «Ella realmente es real» pensó Lena sin poder borrar la sonrisa de su rostro.

***

«Se requiere su presencia en la dirección que se especifica abajo, con motivo confidencial.

Saludos atentamente.

SF»

Dos cartas enviadas a Newén Constantin Belisario y Leonardo Rogelio Gonzaga llegaron a sus manos y tras leerla ambos se miraron imperceptiblemente, mientras no oían nada más que el repiqueteo incesante del pie de Newén chocar contra el escritorio. Él recorrió con sus dedos su barbilla de líneas suaves hasta que detuvo su mano bajo su mentón, sosteniendo su rostro con expresión analítica y viéndose como una escultura. Sus ojos negros volvieron a fijarse sobre el correo, y la marea de pensamientos se detuvo cuando escuchó a Leonardo suspirar pesadamente.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Where stories live. Discover now