Capítulo 5

82.8K 4.4K 889
                                    

Capítulo cinco

Las tiendas del pueblo eran escasas, las que se limitaban a vender ropa eran aún más remotas, sin embargo, Amelia conocía cada una de las tiendas y me ayudó a escoger nuevas prendas de vestir para ir más acorde al estilo de vida que suele llevarse en el campo. Así, con su ayuda y su buen gusto, cambiar el contenido de mi armario no fue difícil.

—Creo que este te quedaría muy bonito —sugirió. Tomé la blusa marrón escocesa y la vestí en los probadores de la tienda.

—Me gusta —dije al salir. Ella sonrió y aplaudió emocionada.

Adam esperaba por nosotras en su coche, ya que el mío seguía con el motor dañado en el taller de Matthew y, después de que Amelia le insistiera casi dos horas en que nos llevara al pueblo, supongo que no tuvo otra opción.

—Ya está. —Había escogido siete blusas, cuatro vaqueros, tres sudaderas y dos pares de zapatillas. Pagué la compra y salí de la tienda junto a Amelia, que se había colgado de mi brazo.

—¿Qué haremos ahora, Eli?

—Volver a casa. —Suspiró deteniéndose a mi lado—. ¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?

—¡Sí, muchas cosas!

—Vale, ¿qué quieres hacer? —Seguimos caminando al estacionamiento.

—¿Quieres pasar un día conmigo? Es que Tessa está muy ocupada estudiando, Elliot trabaja y si no sale con su novia, y Matthew ni siquiera recuerda que soy su hermana menor.

—Debe tener muchas responsabilidades... —murmuré.

—¡Qué va!, es que después de que volviera de su última misión en el ejército lo pasa trabajando. Antes no era así, él solía jugar conmigo. Y sonreía más. Bueno, algo al menos, ya ni sonríe.

—De seguro vivió experiencias fuertes allá.

—Yo creo que intenta alejar los recuerdos y por eso no deja de trabajar —masculló más para ella que para mí.

Llegamos al coche, mientras mi mente daba vueltas en lo que Amelia había mencionado y corroboraba mi hipótesis.

—¿Podemos ir por un helado? —insistió unos minutos después de que Adam hubiese puesto en marcha el vehículo.

—Bueno...

No fue difícil convencerlo. Ella tenía mucho poder sobre él cuando se trataba de consentirla y darle el gusto en sus caprichos. A mis ojos, Adam muchas veces jugaba el papel del hermano mayor de Amelia, considerando que Elliot y Matthew siempre estaban tan ocupados. Cuando llegamos a la heladería, extremadamente colorida y con un ambiente demasiado infantil, Amelia corrió a escoger su sabor favorito.

—De menta con chocolate, por favor —informó parándose de puntitas para ser capaz de ver a la vendedora detrás de la caja registradora.

—¿Algo más?

—¡Eli, ¿de qué sabor quieres?!

Reí al notar que llamó la atención de casi todos en el lugar. Me acerqué a la caja y respondí:

—Pistacho, por favor.

—Que sean dos helados de pistacho —intervino Adam a un lado—, y el de menta con chocolate —afirmó sonriendo y pagando.

El pedido no tardó en estar listo. Decidimos sentarnos en las mesas que ofrecía el local, junto a los grandes ventanales que daban vista a la calle principal del pueblo. Me entretuve unos minutos viendo a la gente pasar, esforzándome por adivinar sus historias de vida, interpretando sus gestos y leyendo el movimiento de sus labios para saber qué decían; eso hasta que Amelia, que devoraba su menta con chocolate, se hizo notar con un comentario.

Eterno atardecer  ©   (Ex Flawless love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora