Capítulo #19

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Narrador omnisciente:

Mientras iba dando tumbos recordó las veces que había vomitado cuando se dejó caer del auto. Intentó aclararse la garganta pero le dolía tanto cuando lo intentaba que desistió. Desde niña siempre pasó mucho trabajo para vomitar y terminaba a la larga o a la corta dañando su voz.

Palpó a ciegas la zona hasta tocar algo de carne humana, la cual se tensaba y se relajaba a cada movimiento. Se agarró a la tela que cubría ese cuerpo y tiró de ella varias veces hasta que el propietario reaccionó. Damon se detuvo esta vez y la observó.

Se inclinó y la bajó al suelo, con tanta fuerza inesperada que Megan no pudo reaccionar siquiera y cayó de nalgas, soltando un tímido gritito. Mareada, se llevó la mano a la cara para retirarse los largos mechones de pelo de los ojos.

Él observó como sus manos temblaban. Y cuando la morena abrió los párpados y lo miró con aquellos ojos azules extrañamente grisáceos por el enfoque de luz de la madre luna, Damon sintió un ligero estremecimiento por la espina dorsal. Frunció el ceño y endureció la mandíbula.

Megan palideció al verlo, entonces no era un sueño y seguía ahí. El alfa, con sus hombros anchos y grandes se posicionó y la cubrió por completo de la luz de luna. Todo su cuerpo reaccionó tensándose en zonas que en teoría deberían de estar dormidas. Él no entendía porqué verla bajo esa luz lo descontrolaba tanto.

— ¿Da... Damon? —preguntó con voz temblorosa.

El aesir sonrió, pero a la vez se sintió confuso. Ella acaso pensó que se liberaría de él

— Vaya, por fin te has despertado bella durmiente. —le espetó con repentina dureza.

Tan simpático como cuando la secuestró.

— Me has tirado al suelo, pedazo de imbécil. —le acusó ella afectada por la impresión de verlo nuevamente tan grande e imponente.

«¡Agh! ¿Será que no me salvo?» pensó la pobre aturdida.

— ¿Recuerdas que te dije que te llevaría a tu propio infierno particular?

Megan volvió a estremecerse. Se encontraba fatal otra vez, estaba desorientada por la caída, le dolía
todo el cuerpo y tenía frío. ¿Cómo podía decir esas cosas así de repente?

Ciertamente en el tiempo que ella estuvo inconsciente él replanteo todo en su mente. Ella era la asesina de Alice, por su culpa Loki le comió la cabeza a medio clan, se han llevado a niños y mujeres berserckers embarazadas para crear más nosferátums y apartando aquello... ella está mintiendo para dar lástima.

Él no podía tener contemplación a partir de ahora. Damon la miró de arriba abajo sin disimular su desprecio y eso le molestó.

— Me dijiste tantas cosas agradables, afectivas y cariñosas… —contestó sarcástica al comentario del alfa.

Apartó los ojos de la dorada mirada de este para intentar ubicarse. ¿Seguían en el bosque? Pues sí.

— ¿Cuál de todas esas cosas preciosas debo recordar? Seriamente esos bellos poemas de amor eran tan lindos que me los sé a la perfección. Y ¿qué demonios te picó? Hace un rato no actuabas así.

— Vaya, vaya. A ver —El alfa se echó a reír—... te has golpeado la cabeza cuando intentaste cambiar de posición en el momento que iba a empezar a correr. La pregunta es ¿tan fuerte te pegaste como para olvidar las cosas que te he dicho, perra? —La señaló con desdén— Estuviste inconsciente casi todo el camino.

Megan apretó los dientes. «Tan encantador como una mofeta a punto de colapsar» pensó. Se apretó las sienes buscando ver realmente si fue que ella cayó inconsciente o fue él, pero le dolía tanto la cabeza que no pudo objetar en absoluto.

Son of the NigthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora