Capítulo 95: Pregnancy

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Severus inhaló bruscamente cuando la imagen apareció frente a él, sintió como si todo su mundo se desmoronara a su alrededor. Sin pensarlo conscientemente silenció la habitación, mientras trataba de procesar lo que Harry acababa de implicar. Los hombres no podían quedarse embarazados; era lo único que era normal, o mejor dicho, que se consideraba normal en todos los mundos, tanto en el muggle como en el mágico. Se quedó mirando totalmente hipnotizado, definitivamente había un bebé allí, y se podía ver aunque fuera borroso. La cabeza, los brazos y las piernas, pero ¿cómo estaba sobreviviendo? -Cuánto tiempo...- murmuró Severus, incapaz de apartar la mirada.

-Dos meses-, confesó Harry, sintiéndose culpable de que Severus no hubiera sido capaz de averiguarlo en más feliz instancia. -O será dentro de unos días por lo menos- no, no se iba a sentir culpable, era mejor que él no lo supiera nunca. De criar a un hijo por su cuenta metiendo la pata y que su propio hijo lo odiara. No quería que otra generación se fastidiara. No tenía fe en sus habilidades más allá de las pociones.

-Merlín-, respiró Severus aún conmocionado.

-Lo siento-, susurró Harry, con los ojos verdes excesivamente brillantes por las lágrimas no derramadas.

Los ojos de Severus se acercaron a los de Harry. -¿Por qué lo sientes?- preguntó Severus, teniendo la extraña sensación de que ya lo sabía.

-Tenía que hacerlo; lo volvería a hacer...- Le dijo Harry con vehemencia.

-Este no es el lugar para discutir esto-, advirtió Severus, con un tono firme y grave. Con encantos silenciadores o sin ellos, no quería arriesgarse a que estuvieran escuchando encantos y demás en el hospital. No, el único lugar donde hablaría de ello era en la seguridad de la Mansión Prince, donde ambos estaban a salvo. Especialmente con esta noticia encima, no sólo estaría protegiendo a Harry sino a su hijo no nacido. Harry lo había arriesgado todo al volver, querido Merlín, eso hacía que su corazón estallara de orgullo y de un amor tan profundo que le robaba el aliento. Había sabido cómo se sentía Harry; una parte de él había esperado a Harry dándose cuenta de que podía hacerlo mejor, pero por el camino se había dado cuenta de que Harry estaba allí para quedarse. Ahora esto, ¿cómo podía pensar siquiera por un momento - dudar de él cuando había hecho todo esto?

-Estás enfadado por... ¿no?- Preguntó Harry, o más bien afirmó. Severus no lo había tocado desde que lo había agarrado... incluso ahora que estaban en privado así que no era una exageración darse cuenta de que estaba enfadado con él.

-Lo estaba-, concedió Severus, -aún no tengo todos los datos, pero los tendré todos-, la última parte sonó más advertida de lo que le hubiera gustado. No se retractó; no importaba lo que descubriera, tenía que saberlo. No podía dejar que Harry pasara por lo que fuera solo; el estrés no podía ser bueno para ninguno de los dos. Merlín, era extraño decirlo, para ninguno de los dos, iba a ser un maldito padre. En siete meses si las cosas iban bien tendría un hijo, había pensado en ello cuando le pidieron que preparara la poción... constantemente si era sincero consigo mismo. Definitivamente era algo que habría considerado utilizar si hubiera creado la poción para la pareja que se la había encargado. Tendría que ponerse en contacto con ellos y explicarles lo que estaba pasando. Si la noticia salía a la luz, supondrían lo contrario.

Harry asintió solemnemente, antes de lanzarse sobre Severus incapaz de tomar la distancia entre ellos. El solo hecho de sentir esos brazos a su alrededor, el fuerte latido de su corazón bajo su rostro hizo que su compostura se rompiera en mil pedazos. Un sonido estrangulado salió de su boca antes de que las lágrimas corrieran libremente absorbiéndose por la camisa rota de Severus. Las manos de Harry se retorcían en la ropa, mientras seguía dejando salir toda la angustia; cómo es que todavía tenía alguna lágrima que llorar era algo que cualquiera podía adivinar.

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